Del joven Moneda la policía lo sabe todo: quiénes son sus amigos, sus gastos, cómo se comporta con la familia. Lo más probable es que este muchacho flaco, moreno, proveniente de un barrio pobre de la Gustavo A. Madero nunca se quite de encima la mirada de la judicial. El día que se le vio por primera vez cargaba una R15 y estaba en la operación del rescate de un secuestro. El arma: de utilería, la acción: un simulacro instruido por expertos de la Coordinación General del Instituto de Formación Profesionalde la PGJDF, a cuya dirección ha llegado Juan José Olea Valencia, un viejo amigo del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, a quien hace algunos años invitaba a impartir clases en el Instituto Nacional de Ciencias Penales y en donde las abogadas suspiraban por Miguel Ángel Mancera, a quien por esas fechas comenzaban a brotarle canas. Olea Valencia fue el instructor de las primeras generaciones de la Policía Federal. Algunos de sus egresados no son su orgullo ni del sistema de justicia penal en el país. Los capos más temibles tienen bajo sus órdenes a exfederales o federales en activo. Pero ahora que se implementará el nuevo sistema de justicia penal en el DF (a partir del 1 de enero de 2015) el hombre que empezó su carrera trabajando en los reclusorios diseñó un modelo. Ya tiene más de 500 alumnos. Por primera vez en la historia de la ciudad, muchachos de menos de 28 años estudian la licenciatura de Policía de Investigación y no sólo reciben capacitación para ir armados siguiéndoles los talones a delincuentes, sino que aprenden derecho y todo lo relacionado con lo que serán los juicios orales. -No todo es palos ni garrote- dice Valencia después de un desayuno que consistió en omelette de queso, jugo de naranja y café americano en el mismo comedor en que se alimentan los futuros policías: desayunan y comen allí. Además de que cada elemento tiene un expediente abierto desde el primer día que respondieron a la convocatoria de la policía y de que cada uno de sus movimientos son observados para atacar ese mal en que los elementos se hacen, de la noche a la mañana, propietarios de residencias, autos y mujeres; tienen un psicóloga personal que más bien hace la función de confidente para los alumnos. -Yo quiero que se ganen su confianza porque esas cosas de abuso de autoridad a mi no me gustan- dice Olea Valencia y en ese momento engruesa la voz. Moneda -quien casualmente lleva el apellido de uno de los comandantes de la PGJDF que descubrió la oficina donde Carlos Ahumada editaba los videos que terminaban en escándalos, resolvió los homicidios que en 2003 y en 2004 azotaron Tepito y liberó a secuestrados, pero que fue ejecutado cuando abría la cochera de su casa- rompe la fila, con permiso de su instructor para responder un par de preguntas. -Sé que tengo que comportarme como policía dentro y fuera de la dependencia o me voy. En el instituto de capacitación, además de representar juicios de ficción en una sede tal y como serán equipadas las nuevas salas, hay simuladores digitales en tamaño real y con escenas verdaderas reconstruidas, en donde transitan civiles y donde los alumnos deberán aprender a usar sus armas como en The Silence of the Lambs, donde la agente del FBI Clarice Starling falló muchas veces en sus posiciones de defensa antes de ser una experta para sorprender a criminales. También hay seis escenarios de situaciones terroríficas en las que hubo muertes reales y los casos fueron resueltos por los mejores peritos de la policía. En una, un bebé (simulado con muñeco y con el peso real) está estrangulado con una corbata atada a su cuna. En otra, un hombre está empinado sobre la mesa de centro de una vivienda y con las manos esposadas; en su espalda hay un letrero que dice: “Para que aprenda a respetar: Atentamente La Mano con Ojos”. Así es como Olea Valencia quiere honrar a la policía; ¿lo logrará?
(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)