Hace unos días el New York Times publicó un artículo titulado “Few Problems With Cannabis for California” [“Pocos problemas con la cannabis en California”] en el que se documentan varios aspectos acerca de las tendencias de consumo de marihuana en este estado, después de que su uso con fines medicinales se legalizara a partir de 1996. Hay que saber que el dolor de cabeza y el insomnio son dos síntomas que califican para el tratamiento de marihuana medicinal con lo que prácticamente cualquier persona que lo desee, puede conseguir en un dispensario regulado y legal una buena dosis de hierba. Algunos puntos importantes del artículo:
– A unos meses de que la marihuana recreativa sea legal en los estados de Colorado y Washington, la casa encuestadora Gallup asegura que el 58% de los norteamericanos a nivel nacional apoya la legalización con fines recreativos. Tres estados más están a punto de someter a votación el asunto y en los tres hay claras tendencias hacia el sí.
– Desde 1996 no ha habido incrementos sustanciales ni en consumo de drogas entre adolescentes, ni en crímenes relacionados con el consumo de drogas o, para efectos prácticos, ni en desórdenes cívicos de cualquier tipo vinculados con las drogas (tres factores que los voceros de campañas anti legalización han aducido como consecuencias inminentes de su regulación con fines recreativos).
– La marihuana se ha comportado como un sustituto para el consumo de alcohol especialmente entre personas entre 19 y 28 años.
– A pesar de que se han registrado más casos de conductores bajo los efectos de la canabis que de alcohol en California (7.4% contra 7%) los índices de accidentes por el consumo de una y otra sustancia no son si quiera comparables.
– Los elevados impuestos que ocasiona el consumo de marihuana han ingresado importantes recursos a las arcas del estado y no han fomentado el consumo de marihuana en el mercado negro: la gente prefiere ir a un dispensario y pagar por una marihuana con “certificado de calidad”, así sea más cara, que comprarle clandestina e ilegalmente a un dealer.
Más de dieciséis años después de que la marihuana se convirtió en medicinalmente legal en California no hay señal alguna que muestre que puede representar un problema de salud o seguridad pública.
La izquierda mexicana atraviesa por uno de los peores momentos de su historia. Y es fácil ver por qué al observar cómo se comportan en su bastión principal (el DF). La corrupción y la ilegalidad imperan en prácticamente todas las delegaciones. El “cerco” de seguridad citadino ha sido roto por los cárteles del narcotráfico: asunto evidente para todos los habitantes de la ciudad que no se llaman Miguel Ángel Mancera. El poder ha envenenado sus fundamentos y hoy en día somos miles los que simpatizamos con los principios ideológicos de la izquierda pero repudiamos y aborrecemos la manera en la que se conducen los partidos políticos de esta inclinación. Más allá de la necesidad de limpiar sus hábitos, atreverse a enfrentar la corrupción –así sea, o especialmente cuando es, en sus filas– también necesitan retomar causas progresistas que permitan retomar la idea de que hay una intención de generar plataformas de gobierno modernas. He aquí una oportunidad interesante para ello.
(DIEGO RABASA / @drabasa)