Manuel López San Martín
Contrario a lo que muchos piensan, los líderes de las secciones de la CNTE, que se encuentran representadas en el plantón que se mantiene en el Monumento a la Revolución, buscan ya una salida a un conflicto que no sólo en términos de imagen, sino económicos, les ha salido muy caro. Cada día que pasa, les resulta más difícil costear su permanencia.
Los líderes de las secciones 9 del DF, 14 de Guerrero, 22 de Oaxaca, 7 de Chiapas, 29 de Tabasco, 57 de Tabasco y 18 de Michoacán, negociaron en la secretaría de Gobernación un retirada paulatina, a cambio ya no de dar marcha atrás a la reforma educativa –cosa que a estas alturas resulta impensable e imposible- , sino de mejoras en las condiciones de la infraestructura docente de los estados que representan. El acuerdo lo encabezó el secretario Miguel Ángel Osorio Chong y del mismo estuvo enterado, desde el primer momento, el jefe de gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera. La única condición que se puso sobre la mesa fue que los maestros lograran desactivar a las bases magisteriales más duras, que se han salido de control incluso para sus propias dirigencias.
El pacto había quedado sellado desde el jueves de la semana pasada en Bucareli, pero los líderes de los docentes no lograron procesarlo con sus bases, quienes los tacharon –al interior de la Coordinadora- de “traidores” y “entreguistas”. Miles de profesores están molestos pues se sienten usados y burlados por sus dirigentes. Es justo ese grupo radical, que tiene mayor eco en la sección 22 de Oaxaca, el que ha amagado con regresar el plantón al Zócalo esta misma semana, aún pasando por encima de sus liderazgos. En la CNTE hay cada vez más una anarquía, que impide tomar decisiones de forma vertical.
Por eso Mancera, buscando contener un conflicto que no tiene facultades para resolver, planteó como salida –para evitar una nueva “toma” del Zócalo y despresurizar la crisis magisterial- instalar una mesa pública en la que se den a conocer los acuerdos a los que el gobierno federal y el magisterio disidente han llegado durante el proceso de diálogo que han mantenido desde hace varias semanas. El jefe de gobierno busca desactivar el conflicto, sirviendo como enlace, para que Gobernación y la CNTE se sienten en la mesa frente a los medios de comunicación.
La propuesta, que trae el visto bueno de Segob –con quien incluso fue consensada-, tiene resistencias en el ala docente. Y es que un diálogo público solo exhibiría que son los líderes de la CNTE quienes han faltado a su palabra, pues no han cumplido lo negociado.
Aún así, frente a la cerrazón en público de los profesores, la de Mancera, lejos de ser una ocurrencia, es una propuesta que puede encontrar tierra fértil por la coyuntura en la que se da. Y es que no sólo Gobernación y el gobierno de la Ciudad buscan impedir a toda costa que se “tome” de nuevo el Zócalo. Hay un actor político que intenta, a como dé lugar, frenar el regreso de los maestros al primer cuadro del DF: Andrés Manuel López Obrador. El tabasqueño ya no ve como aliados, sino como obstáculo a los integrantes de la CNTE que distraen reflectores y le quitan espacios para lo que él considera la madre de todas las batallas: la Reforma energética.
López Obrador tuvo que cambiar de sede el mitin por la “Defensa del petróleo”, que encabezó el pasado 8 de septiembre. Cedió la plaza una vez, pero no lo hará en dos ocasiones. El líder de Morena está decidido a encabezar el próximo domingo 22 de septiembre un nuevo acto, desde la plancha de la Constitución, así que también hace gestiones para que la CNTE no regrese al Zócalo.
Nadie sabe para quién trabaja. AMLO, el gobierno de Peña Nieto y Mancera, buscan lo mismo: que la CNTE no regrese a la Plaza de la Constitución. La dirigencia de la Coordinadora, en medio del fuego cruzado, se comprometió a no volver. Si sus líderes son consecuentes con lo que negociaron, el Zócalo seguirá libre. Si es que tienen palabra, claro. ¿Será mucho pedir?
(((DESTACADO)))
(MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN)