La difícil mezcla de música y cine

Opinión

No puedo entender que haya gente quejándose de Anima, el corto de 15 minutos dirigido por el cineasta Paul Thomas Anderson (El hilo fantasma, Petróleo sangriento) para acompañar el nuevo álbum de Thom Yorke.

Estrenado en Netflix el pasado 27 de junio, el filme protagonizado por el mismo Yorke y su pareja, la actriz italiana Dajana Roncione, tiene como banda sonora tres canciones del disco: “Not the News”, “Traffic” y “Dawn Chorus”; en palabras de Guillermo del Toro es “una pieza hermosa que te vuela la cabeza, pura poesía audiovisual”.

Desde que MTV transmitió su primer video en agosto de 1981 (“Video Killed the Radio Star”, de The Buggles) no han sido pocos los cineastas que han derrochado talento en un video musical. El primer ejemplo que me viene a la cabeza es Mark Romanek (Nunca me abandones) con su provocadora propuesta para la canción “Closer”, de Nine Inch Nails.

Si bien tratándose de música yo prefiero escucharla que “verla”, tengo muy grabada la maravilla que hizo Michel Gondry (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) para “Around the World”, de Daft Punk. Los jóvenes de los años 90 vimos más de una vez esas momias, esqueletos y robots bailando en una pista circular.

Aunque Moby no me gusta nada, sí me latió la retorcida historia animada que David Lynch (Sueños, misterios y secretos) dirigió para la canción “Shot in the Back of the Head”. Aún más me gustó lo que hizo Spike Jonze (Ella) para “Weapon of Choice”, de Fatboy Slim, con un Christopher Walken bailando tan quitado de la pena que mata de envidia.

¿Y qué tal el video de Gaspar Noé (Irreversible) para “We no who u r”, de Nick Cave and the Bad Seeds? Una sola toma siguiendo una sombra humana en un bosque oscuro, perfecta para reflexionar en compañía de mi único e inigualable rockero australiano.Por suerte la lista de videos es innumerable e inmune a los quejicas cuyos “argumentos” nos hacen cabecear de aburrimiento, justo como le pasa a Yorke cuando va en el Metro en Anima.

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