Advertencia. Si el lector no ha leído Sangre y Arena, de Vicente Blasco Ibáñez, y pretende eventualmente leer esa novela o simplemente le choca que le cuenten pasajes de obras, debe abandonar aquí la lectura de estas líneas y optar por algún buen colega de los que pueblan MásDF. Dicho lo cual…
En un pasaje de esa novela de hace 105 años, un torero ha caído herido. La cornada es fea. Los aficionados están expectantes. Su compañero de faenas teme lo peor… Les dejo con Blasco Ibáñez: “La terrible nueva comenzaba a circular por la plaza. ¡Gallardo había muerto!… Unos dudaban de la veracidad de la noticia, otros dábanla por cierta; pero ninguno se movía del asiento. Iban a soltar el tercer toro. Aún estaba la corrida en su primera mitad, y no era cosa de renunciar a ella (…) De pronto, el circo rumoroso lanzó un alarido saludando la continuación del espectáculo. (…) Rugía la fiera: la verdadera, la única”.
Tomo prestadas estas líneas al escritor español para lamentar lo que hemos hecho con Paloma Noyola, la niña que tuvo el infortunio de destacar venciendo todo determinismo, de por ello volverse portada de una revista de esas llamadas de culto, para terminar siendo alimento de la fiera: de los medios, de nosotros.
Es una salvajada lo que le hemos hecho a esta niña. Somos unos trogloditas (RAE: “dicho de una persona bárbara y cruel”). Hemos hecho todo para echarle a perder un gran momento de su vida. Y nadie quiso o pudo proteger a Paloma, que en el nombre llevó el calvario. Ni su familia, ni su profesor, al que tanto debe, primero para bien y ahora, sin nunca haberlo pretendido, para mal, ni las autoridades educativas.
Hicimos de Paloma una figura estelar de nuestro circo mediático durante las funciones de octubre. Podemos discutir los méritos o no de Wired para destacar a alguien que a pesar de la marginación destacaba. En términos prácticos un medio la creó, y otros la vapulearon. Porque los medios mexicanos antes que preguntarnos cómo replicar ese modelo triunfador del maestro Sergio Suárez, y aprender alguna lección, y acaso demandar que se replique la buena fórmula y así buscar más Palomas, no, no hicimos nada de eso. En cambio, fuimos en manada a explotar el caso de esta niña hasta el punto de dejarla exhausta, de mandarla directo a un tratamiento sicológico. Esto último no es una figura retórica. Lean lo siguiente, publicado ayer en Milenio. “La maestra Genoveva Hi, directora de la secundaria número 4, donde estudia Paloma, declaró sentirse satisfecha por la experiencia; sin embargo, aceptó que la pequeña por momentos se sintió ‘deprimida y devastada. Respecto al itinerario que seguirá Paloma Noyola, el equipo que la acompañó anunció que regresará a Matamoros, Tamaulipas, este miércoles, donde ya la esperan terapias psicológicas por todo el peso emocional que ha sufrido tras la sobreatención de los medios de comunicación, aseguró la maestra Genoveva”.
Bravo compañeros. Qué grandes somos. Ya explotamos a Paloma. Porque incluso en el tono de los titulares es innegable un simplismo intolerable: “Eliminan de campeonato de cálculo mental a ‘La Niña Jobs’”, “Paloma ‘reprueba’ examen del Tec”…
Sólo un dato bastaría para no haber puesto esas tonterías como titular. Uno de los ganadores del concurso, uno de los que “derrotaron” a Paloma, para ponerlo en los términos deportivos en los que reducimos la evaluación de esta niña sobresaliente, ha ido ni más ni menos que durante buen tiempo a Kumon, ese sistema de enseñanza de matemáticas que cuesta unos 900 pesos al mes. Se imaginan a Paloma, surgida de una escuela contigua al basurero, yendo al Kumon dos tardes a la semana. Y varios de los “ganadores” ya habían participado antes en ese concurso. Contra esos “perdió” Paloma. Qué pobreza de cobertura.
El miércoles una persona me dijo que sabía de buena fuente que la presión política y mediática para obligar a Paloma y a su profesor a viajar al DF fue muy fuerte. Que ni la niña ni su maestro deseaban hacer el road show. Eso coincide con esta otra nota de Milenio Tamaulipas de hace 11 días: “En pleno cumpleaños número 12, Paloma Noyola Bueno, la llamada niña Jobs, dijo sentirse cansada de la presencia de los medios de comunicación y pidió dejarla en paz.
Mientras, externó que sí se siente capaz de participar en el próximo Campeonato de Calculo Mental, pero le quedan sólo tres días para prepararse y prefiere que le den más tiempo (para estudiar)”.
De hecho, el profesor ha lamentado en público haberse ausentado de su escuela. Aquí otra parte de lo que la prensa sí publica pero no toma en cuenta a la hora de valorar su propio reporteo: “En conversación con EL UNIVERSAL, (el maestro, Sergio) se lamenta que hasta ahora ha habido muchos reportajes y muchas entrevistas y no hay más apoyo para mejorar las condiciones de su escuela a la que le faltan baños, un sistema de aire acondicionado y pavimentar el acceso. Una preocupación mayor es que ayer el resto de sus alumnos no tuvieron clases. ‘Estoy perdiendo, mi grupo no tuvo clases porque estoy aquí’”.
Ah qué don Sergio, tan listo y no entiende que a los medios no nos importa su escuela, sino el espectáculo.
Ah qué Palomita, quién le iba a decir que ser lista le acarrearía tantos dolores de cabeza y una indebida exhibición a nivel nacional como “derrotada”.
Ellos son extraordinarios.
Nosotros lamentables.
Una nueva fiera ruge. La fiera mediática. Ha devorado a Palomita. ¿Quién sigue?
PD.- Si quieren otra referencia de la parte chacal del comportamiento de los periodistas, busquen la película No man’s land.
(SALVADOR CAMARENA / @salcamarena)