“Pienso que es importante que durante los tiempos de guerra recordemos que todos somos seres humanos”, respondió el artista libanés Akram Zaatari a The New York Times en una entrevista hace unos días. Zaatari estaba explicando la naturaleza del proyecto que llevó al pabellón de su país en la Bienal de Venecia titulado “Letter to a Refusing Pilot”. El montaje estaba dedicado a un piloto de la fuerza aérea israelí que se negó a dejar caer una bomba sobre una escuela libanesa durante una de las guerras entre Israel y Líbano. El artista es también fundador del Arab Image Foundation que busca preservar archivos fotográficos del Medio Oriente, África del Norte y acerca de la diáspora árabe. Ha expuesto en los mejores museos y eventos artísticos en el mundo (Pompidou en París, MoMa en Nueva York, dOCUMENTA en Berlín, Tate Modern en Londres, etcétera) y en nuestro país tuvo una exposición individual en el MUAC el año pasado y actualmente la galería Kurimanzutto exhibe su exposición The End of Times. A pesar de que la exposición que se exhibe en Kurimanzutto tiene un carácter más íntimo, relacionado con ámbitos humanos como el amor y el desamor o los roles que la sociedad nos imponen, Zaatari ha sido un artista enormemente comprometido con la realidad de su país. Su obra orbita por zonas cercanas al activismo político, a la denuncia, la resistencia civil y la difusión de imágenes de zonas de conflicto. El trabajo de Zaatari es relevante en nuestro país no sólo por el enorme valor artístico que tiene, o porque nos acerca a conocer más de fondo culturas distantes que suelen acaparar titulares periodísticos por asuntos bélicos o de nota roja (como sucede con México en otras partes del mundo), sino que en términos generales gravita alrededor de la resignificación de lo humano en tiempos en los que el horror, la violencia y la muerte se han apoderado de una población. Para Zaatari la identidad es un factor clave. No sólo la identidad comunitaria, regional, étnica, social o religiosa, sino la identidad humana. Reconocer en el otro y en los otros a un semejante. Un principio tan básico y sin embargo tan ajeno a nuestros tiempos. Entender que en el conflicto todos y todas tenemos que cambiar un poco la percepción de lo que hacemos, de lo que pensamos, de la manera en la que percibimos lo diferente, es crucial. Ignorar nuestro entorno, atender sólo aquello que nos incumbe a nosotros, refuerza la actitud de “sálvese quien pueda” que impera hoy en día. La obra de Zaatari tiene mucho que ofrecer para salvar la brecha entre las múltiples realidades que conforman nuestra sociedad.
(diego rabasa)