Los canales de televisión norteamericanos usan los días de elecciones para pavonear su avance tecnológico, su poderío en corresponsales y sus conexiones políticas. Algo que, en México, algunos medios han dinamitado.
Y es que, para los Estados Unidos, las elecciones son un show que debe ser preparado y transmitido como el Super Tazón, la final de un reality o el término de un sitcom exitoso. Desde mucho tiempo atrás -de hecho, retomado de las coberturas de radio-, las cadenas televisivas han preparado grandes coberturas en las noches de ese día en noviembre cuando los norteamericanos van a las urnas.
No es gratuito, la credibilidad de la cobertura televisiva por encima de la de los medios impresos se logró en 1948 cuando la NBC (conocida entonces como la cadena azul) reportó el triunfo de Truman sobre Dewey. Los periódicos que cerraron antes del conteo final dieron un resultado distinto. Ahí cambió todo.
A partir de entonces, las cadenas comenzaron a mostrar el proceso electoral como un servicio y como un show. Las noticias se trasladaban a estudios más grandes (el mítico 8H del Rockefeller Plaza como ejemplo), se desplegaban avances de tecnología y talento humano y, sí, se buscaban alianzas con otros medios.
Así como Estados Unidos y la -hoy sólo histórica- URSS tenían su carrera por el espacio, las televisoras comenzaron su carrera por la audiencia a través de sus modelos de estudio, analistas, cámaras portátiles, computadoras, enlaces telefónicos y micro ondas, gráficos y, por supuesto, encuestas.
El talón de Aquiles de las coberturas.
Durante décadas, los encuestadores de las televisoras eran certeros y muy similares; hasta que llegó la elección de W. Ahí el caos se asomó a la mesa.
Desde entonces, las cadenas han sido más precavidas en los resultados que se divulgan y deben de usar otro tipo de mecanismos para atraer audiencia en esa noche de noviembre. Además, la competencia con los canales de noticias por cable -de manera principal con Fox News y su influencia en el norteamericano iletrado- hace la labor más laboriosa.
En México, los ejercicios de cobertura electoral se han transformado con los años. En la hegemonía de Jacobo, los reportes eran sosos y lentos, anti rating. A partir de 1994 y, de forma destacada, del 97, la cobertura ha dado un vuelco.
Tropiezos existen, como la disculpa de Milenio tras las encuestas de 2012 o la vigilia atacada por simpatizantes de López Obrador en 2006, pero es un hecho que 2015 será un nuevo reto para las cadenas, tanto las que llevan tiempo en el despliegue informativo como las nuevas…al aire o virtuales.
Eso sin contar la del 2018 donde, seguro, el final será de telenovela.