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Israel apenas tenía 19 años y ya estaba a punto de casarse. Qué ganas de casarse a esa edad, ¿no?
Pero ni modo, todo estaba planeado para la fiesta, que habría de realizarse a mediados de agosto, según cuentan los familiares del segundo de los tres hermanos Bautista Juárez.
Y este domingo, en un incidente que todavía no está claro, Israel y su hermano mayor Jesús, de 22 años, murieron a manos de un policía municipal de Tultepec, Estado de México. Cada uno de un balazo.
Un tercer hermano, Juan Carlos, está en el hospital de la zona, también herido de bala.
En las crónicas que se han escrito sobre el incidente que provocó su muerte hay de todas las versiones: una los llama narcomenudistas, otra dicen que estaban bebiendo en la vía pública, otra que insultaron al policía y éste se enojó, y una última -que parece ser la cierta- que el borracho era el policía.
Será el sereno, pero el policía baleó y los mató. No los detuvo, no buscó refuerzos, no les inició un proceso. No, los baleó. Y después un grupo de policías lo protegieron para que huyera.
Las cosas no pararon ahí. Medio centenar de pobladores, enojados por lo ocurrido, destruyeron una docena de patrullas. Las autoridades ya respondieron y detuvieron a los policías cómplices de la fuga. Una mínima investigación probó que el inculpado ni siquiera policía debía ser: no tenía bachillerato ni había pasado el control de confianza. Está prófugo.
Hasta ahí va el caso, que quizá algunos podrían inscribir en como uno más de los absurdos cotidianos que vivimos.
O lo podemos clasificar como otro terrible ejemplo de la violencia que ya marca a este país, que toca nuestra vida cotidiana, que golpea a los más jóvenes, como ocurrió con la muerte de dos de ellos de 15 años de edad, en Guadalajara, por burlarse del hijo de un narco. O los siete que fueron asesinados en Coyuca de Benítez, Guerrero, el menor de 12 años.
Pero en este caso me enfoco sólo en un “detalle” (por llamarlo de alguna manera): ¿se imaginan la capacitación que había recibido ese policía de Tultepec para saber enfrentar a 3 jóvenes veinteañeros?
No es muy diferente a lo que sucedió hace cinco años en el News Divine, donde murieron nueve jóvenes y tres agentes, por culpa de un operativo mal planeado.
Y aunque no hubo muertos (y guardada, obviamente, toda proporción), tampoco es diferente a los casos de detenciones arbitrarias en manifestaciones en el Distrito Federal.
Porque lo cierto es que los ciudadanos estamos indefensos frente a una policía que no sabe qué hacer cuando se topa con un delincuente. Bueno, no sabe qué hacer ni siquiera cuando se topa con un ciudadano que simplemente no está dispuesto a aceptar un abuso. O que está protestando. O que es confundido con un delincuente. O que está en un antro divirtiéndose.
Siempre lo pienso cuando los veo portando armas largas. Porque esa policía no sabe cómo manejarlas ni cuándo. No sabe cómo detener ni cómo respetar los derechos de los detenidos. No saben distinguir entre un mero incidente y un delito grave.
Y no hay autoridades ocupadas en capacitarlos ni vigilarlos.
Esa es la policía que siempre vigila, la que baleó a los tres jóvenes de Tultepec. Y eso, por supuesto, me hace sentir más seguro.
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*Periodista, ha trabajado en diversos medios como Reforma, Milenio y El Universal. Actualmente dirige AnimalPolitico.com y colabora en distintos espacios radiofónicos, como en Fórmula y Reactor 105.
(Daniel Moreno)