Adolfo Ruiz Cortines estaba en campaña cuando la señorita Alicia Sánchez Jara fue llamada a la sede nacional de lo que hoy es el PRI, en donde aún trabaja y llega todas las mañanas antes de las nueva de la mañana oliendo a jazmín. Ella laboraba en Ferrocarriles Nacionales como Oficial Mayor y acababa de ser nombrada la primera representante nacional de esa empresa pública.
García Flores era la dirigente femenil del partido y juntas después acudieron a una cita con el candidato Ruíz Cortines, un contador y político que nunca conoció a su padre al morir durante su gestación.
-Ustedes, las mujeres, serán ciudadanas si con su trabajo lo logran porque yo las voy a apoyar. Tienen una responsabilidad histórica- dijo el hombre que después se convertiría en Presidente de la República.
Sánchez Jara había heredado las ideas revolucionarias de su abuelo Heriberto Jara, quien luchó junto con Francisco I Madero en contra de la dictadura de Porfirio Díaz y no estaba dispuesta a dejar pasar ese momento para darle voz a las de su género.
La tarde en que ella me contaba la historia de cómo se promovió el voto femenil, que este 16 de octubre cumple 60 años, sonó el teléfono en su oficina de Insurgentes 59. Se mantuvo varios minutos con la bocina pegada en el oído. Al parecer hablaba con una de sus hijas, que en ese momento era diputada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) y hablaban de algún tema familiar.
Cuando Alicia colgó la bocina y volvió a nuestra conversación hizo un paréntesis para referirse al tema del momento. Era enero del 2012 y todas las encuestas daban como favorito al candidato Enrique Peña Nieto, quien tenía las posibilidades de regresar a Los Pinos al PRI. “Nuestro candidato Peña es el único que puede salvarnos y ayudarnos a volver”, dijo Jara con emoción.
Se veía confiada. No quería volver a tener los ánimos molidos como en la noche del 2 de julio de 2000 cuando sintió como si el mundo se le hubiese venido encima en el momento en que el Presidente Ernesto Zedillo apareció en cadena nacional y admitió el triunfo del panista Vicente Fox antes que el IFE. Esa vez no resistió y se puso a llorar sobre el hombro de una amiga. “Fue el trago más amargo”, me dijo con cierto aire de melancolía que de inmediato cambió por una sonrisa tierna después de dirigir la mirada hacia una foto del candidato presidencial sentado delante de una bandera mexicana.
Pero en esa época, la de 1952, tuvo los días más intensos de su vida porque se la pasó viajando varias semanas por todo el país: en trenes, aviones de dos hélices, y carretas buscó el respaldo de hombres y mujeres para que apoyaran la propuesta de Ruíz Cortines.
El reto impuesto por el candidato era reunir a más de cinco mil mujeres en el parque 18 de Marzo de la ciudad de México y empezando su gobierno él mandaría la propuesta a la Cámara de Diputados.
-El 6 de de abril de 1952 en el parque Dieciocho de Marzo se reunieron poco más de 20 mil mujeres- dice Sánchez Jara y parece iluminársele el rostro después de una amplia sonrisa.
Esa tarde la ancianita debía marcharse porque habían llegado por ella. Antes de la despedida y sentir su mano suave como la de una gomita me dijo cerca del oído: “¡Quiero ser testigo de que el PRI vuelva a Los Pinos!”. Después blandió la mano y se marchó.
(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)