“Ladrones de acero”, por @alexsanchezmx

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Un pozo en la esquina de Martí con Cerrada de la Paz en la Escandón amaneció sin cubierta porque unos ladrones se la llevaron. Esa misma noche el señor de los tamales evitó, cuando apagaba el carbón de su anafre, que un hombre ebrio recién salido de la tradicional cantina León de Oro fuera devorado por el agujero de unos 80 centímetros de diámetro. Lo que no pudo impedir es que a la madrugada siguiente a un taxista se le quebrara la dirección al caer en la trampa debido a que algunos chicos maldosos quitaron un bote de esos de pintura vinílica que vecinos pusieron a manera de prevención.

A la mañana siguiente Esther González, quien desde hace 30 años vende quesadillas en ese punto, fue a buscar al jefe delegacional de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, a un encuentro con vecinos que exponían sus problemas con gente del Valet Parking de la Condesa. “Oiga no nos vaya a salir como los otros, que nomás no nos hacen caso. Es paso escolar. No vaya a hacerse realidad ese adagio popular que dice: `después del niño ahogado´. Oiga, no.”, le dijo González. Días después la cubierta fue repuesta, pero me queda la sospecha de si en realidad se trata de un material nuevo, pues a simple vista no se ve que sea así.

Lo único seguro es que, como casi siempre ocurre, el ciudadano acaba perdiendo y la tesorería de las entidades de gobierno también. En cambio una mafia se está fortificando silenciosamente. Nada más entre 2009 y 2012 fueron robadas 11 mil 848 coladeras, según el último reporte que me envió la Dirección de Fortalecimiento Institucional del Sistema de Aguas de la ciudad de México. Cada coladera cuesta un promedio 4 mil pesos ya instalada por lo que el robo asciende a cerca de 50 millones de pesos. Eso sin contar el pago de daños a automovilistas que demandan al gobierno local y cuyos gastos ascienden a 6 millones de pesos al mes.

-No todo el gasto lo hace el GDF. Hay cubiertas que son de CFE, Telmex y Cablevisión – me dijo Miguel Ricaño Escobar, el director de fortalecimiento.

-¿Ustedes a quién le compran las coladeras?

-Se hace una licitación pública.

-¿Cómo se llama la empresa con la que tienen acuerdo para reponer el faltante?

No tengo el dato. Eso le toca a Oficialía Mayor.

-¿Qué garantía hay de que las cubiertas que se vuelven a comprar no son las robadas, como algunos casos del negocios de las autopartes?

-No existe la posibilidad.

-¿Por qué no se recurre a otro material?

Ninguno resiste como el fierro.

Ricaño Escobar acepta que se trata de un caso de delincuencia organizada la que está detrás del singular robo. Sin embargo, extrañamente casi no ha habido detenidos.

-Hay una persona capturada. Nos está pidiendo el perdón, pero no se los vamos a dar porque un pequeño y un adulto murieron al caer en las coladeras.

Hacen falta más datos, mayor transparencia sobre las empresas que venden tanto a los gobiernos del DF como a las demarcaciones las coladeras pues, como dice la dueña del puesto de quesadillas, nada garantiza que la tapadera de Martí vuelva a ser hurtada.

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Es colaborador de las revistas Gatopardo y Forbes, así como del sitio sinembargo.mx.  Ha publicado en los diarios Excélsior, Milenio y La Crónica. En 2012 ganó el Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter por el mejor texto político y es autor del libro Las mieles del poder, un retrato íntimo de la política en México. Escribe otro sobre el regreso del PRI a Los Pinos.

(Alejandro Sánchez)