¿Existen recetas para lograr el éxito en la vida? Sí, abundan por todos lados este tipo de textos de ‘gurús’ que nos dicen cómo hacerlo. Sin embargo, al vivir, lo único garantizado es el fracaso
Por Genaro Mejía
Acabo de terminar de leer un artículo que se titula “10 reglas para convertirte en millonario”. No puedo negar que el título es muy atractivo. Recuerdo que era el tipo de textos más leído en Entrepreneur y Forbes, cuando trabajé para esos medios.
Todos en algún momento hemos soñado con otra vida. Con ser otra persona, vivir en otro país, tener otro trabajo. Dejar nuestras vidas ordinarias para llenarlas de experiencias extraordinarias como si fuéramos parte del jet set: viajar en aviones privados, comer en restaurantes exclusivos, vivir lujos como los hemos visto en las películas.
Pensamos que así debe ser el éxito y por eso leemos estos artículos como si fuéramos a descubrir la fórmula para alcanzarlo.
En síntesis, lo que nos dicen estos textos es que con pasión, disciplina, trabajo duro, aprendizaje continuo y algo de talento seremos exitosos y haremos realidad nuestros sueños. Jajajaja… Permítanme reírme.
Es mentira: uno puede trabajar con tesón, ser disciplinado a morir, estudiar todo el tiempo, dar todo el corazón y, al final, fracasar con estrépito.
“No hay fórmulas para el éxito. Si las hubiera, todo el mundo fabricaría éxitos. Pues no, a veces uno la caga y se estrella”, dijo con una claridad asombrosa en una entrevista para El País Semanal el actor español Antonio Banderas, quien en 2017 sufrió un ataque al corazón, tras años de vivir en la prisa de los compromisos de trabajo en los que él mismo se metió.
Se dio cuenta de que la búsqueda de la excelencia no era garantía del éxito.
La antiambición
La pandemia y el teletrabajo han puesto sobre los reflectores los graves daños que provoca en la salud mental y emocional una vida centrada en cumplir con las exigencias de la empresa. Justo por eso es momento de repensar nuestro concepto de éxito.
“Es como si toda nuestra sociedad estuviera quemada”, escribe Noreen Malone en The New York Times Magazine en su artículo la era de la antiambición.
Muchos nos hemos dado cuenta que el mantra de la productividad a toda costa que nos han impuesto no es algo que nos dé satisfacción y que, de seguir, con este ritmo, pronto todos vamos a tronar nuestra salud física, mental y emocional.
Incluso algunos, como Paul Douard, redactor en jefe de VICE Francia, promueve la filosofía de la “antiambición”, que propone no dejar la vida en el trabajo, poner límites, no seguir ciegamente las órdenes de los jefes ni trabajar hasta quedar extenuado.
Nos hemos dado cuenta que el “éxito” es mucho más que un gran puesto o un gran sueldo, que va más allá de dirigir un equipo o ser el “empleado del mes”. Incluso, hemos intuido que nuestra vida es lo que queda de tiempo cuando nuestra empresa nos deja libres.
Pero más allá de las mentiras detrás de las fórmulas del éxito que tanto nos venden, hay un grave error de origen en nuestra misma concepción del éxito, por lo menos para la mayoría de nosotros. Éxito no es riqueza, lujos y viajes suntuosos. Nos equivocamos.
Lograr una vida extraordinaria llena de éxito es estar ahí para el otro, ayudar a resolver algún problema, a satisfacer una necesidad, a crear un futuro mejor.
“Quien no vive para servir no sirve para vivir”, dijo la Madre Teresa de Calcuta.
Por eso me apasiona conocer cada vez más emprendedores y empresarios con un propósito humano claro, por eso creo que en cada uno de nosotros está la posibilidad de ser extraordinarios y lograr la trascendencia. Ser agentes de cambio… O, tal vez, sólo dejar de perseguir ese éxito que nos puede matar.