La mayoría de los periodistas internacionales que me entrevistaron este año me hizo una misma pregunta: “¿usted siente miedo?” . Dudo que se la hagan a los escritores suecos o costarricenses, pero supongo que a los de Israel y a las de Irán sí. La pregunta tiene como fondo un contexto determinado: los 200 mil muertos que cargamos a nuestras espaldas desde que comenzó la guerra contra el narco, los 22 mil desaparecidos, la persecución de periodistas casi tan conocida en el mundo como la masacre de Ayotzinapa. Algunas veces, sólo para cerciorarme, respondo con otra pregunta: ¿Miedo a qué?. Por más despistado o Mr Magoo que uno sea, ser mexicano y viajar al extranjero implica que lo interroguen sobre esto. Cuando no hay periodistas cerca para recordármelo, me lo pregunto a mí misma. Siempre hay una hora de la madrugada en la que los aspectos de mi vida de los cuales no me siento satisfecha exigen que los atienda. La violencia en México es uno de ellos.
Hace poco compré un libro muy recomendable llamado Miedo, de un autor vietnamita llamado Thich Nhat Hanh, que además de escritor es monje zen. Durante la guerra de su país con Estados Unidos, llevó a cabo un gran trabajo humanitario en las comunidades más miserables y muchas veces se sirve de anécdotas de esa época. El libro no habla nada más de la violencia (un tema suficientemente amplio como para dedicarle un tabique), sino de otros temores que él llama inherentes a nuestra condición humana, como el miedo al envejecimiento, a la enfermedad, a la muerte, a quedarnos solos, a perder lo que tenemos, incluidos nuestros seres queridos. Los consejos que da son muchos pero comienzan con uno muy importante: en vez de voltear la cara y negar aquello que sentimos en nuestro fuero interno, como es nuestra tendencia, debemos primero reconocer nuestros temores y mirarlos de frente. Sentarnos con ellos y prestarles toda nuestra atención. El camino que propone este libro es un camino de regreso a nosotros mismos, incluidas las experiencias más primarias de nuestra vida. “Vivir en este mundo implica un cambio constante. Nada dura para siempre. Lo único con lo que realmente contamos es el momento presente”. Nos dice el budismo, la filosofía de la que emana en este libro laico, directo e inteligente. Los vietnamitas lo saben por experiencia: incluso las hazañas más impensables, como resistir durante años al ejército estadounidense y vencerlo, o encontrar la paz en un país dividido son realizables cuando aceptamos dar la cara a nuestra situación y nos responsabilizamos de ella.