Liberté, por @monocordio

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Hay algo en la fuga del Chapo Guzmán que nos seduce. No sólo es la potencia que le da la gris mediocridad de nuestra clase política a un hombre que sabe romper las reglas y lograr lo que se propone; es algo más. Es el redescubrimiento de una épica perdida, la epopeya del ser humano en busca de su libertad.

 Es un delincuente, es cierto. Uno de los más buscados criminales del mundo. Pero sin duda se convertiría uno en algo mucho peor si no sintiera un poco de empatía ante quien ha logrado liberarse de sus cadenas. Olvidémonos de las leyes que en este país nadie respeta, sólo pensemos por unos instantes que en el país donde no pasa nada, donde la prosperidad está en el futuro, donde un presidente no sabe ni cómo se llaman los estados del país que gobierna, hay un hombre que, movido por su voluntad inquebrantable (y por un enorme capital), puede sentir por unos instantes esa ilusión entrañable que llamamos libertad.

Es curioso, pero el Chapo Guzmán fugándose del penal de alta seguridad del Altiplano violó todas las leyes de este país, pero inspiró con su fuga de película a todos aquellos que de pronto sentimos que no podemos con un sistema que nos ancla, que nos paraliza, que nos encierra. Siempre hay posibilidad de hacer un túnel para escapar. Siempre existe la posibilidad de hacer de este país un queso gruyere.

Y es que, ¿cómo ponerse del lado de un gobierno corrupto que sólo ha demostrado su incapacidad congénita para resolver los problemas? ¿Cómo confiar en un Presidente ignorante e inepto que –igual que el Chapo—sólo quiere enriquecerse a costa de su posición?

¿Quién no quisiera ahora mismo cavar un túnel para escapar a otro país, a otro planeta, a otro yo? ¿Acaso el deseo de fugarse es monopolio de los presos? ¿No querría cavar un túnel abajo de su escritorio el oficinista bancario aburrido de sus labores insípidas o la jovencita que trabaja en la maquiladora en Juárez? ¿No desearía escapar de su vida el policía de crucero y el conductor del noticiero que dice que López Dóriga se la pela?
Dicen que quien se casa dos veces merece estar casado. Ante la fuga de El Chapo Guzmán sólo puedo pensar que, quien se fuga dos veces de un penal de alta seguridad, merece ser libre. Quienes no merecen ese privilegio son aquellos que ahora se hacen los indignados y tratan de justificar su incapacidad mientras celebran en Francia la debacle de México.

(FERNANDO RIVERA CALDERÓN)