En su novela juvenil El libro salvaje, Juan Villoro nos narra la historia de un libro que se rehúsa a ser leído. De manera un tanto trágica, ésta podría ser una fábula aplicable a muchos de los libros publicados por editoriales independientes en México. Alejados de los circuitos comerciales bien por la sobreproducción de las grandes editoriales o por las barreras de distribución existentes, los sellos independientes suelen estar condenados a una permanente tránsfuga por circuitos limítrofes o canales ultra especializados.
Desde hace cinco años el Fondo de Cultura Económica realiza la Feria del Libro Independiente que reúne la oferta de 80 editoriales independientes en una de las mejores librerías del país (la sucursal Rosario Castellanos). Dicha muestra le permite a lectores de muy diversos gustos acercarse a la amplia, irreverente, original y poderosa oferta de sellos muy distintos entre sí que comparten, no obstante, una misma vocación: que cada libro publicado llene un hueco existente en la oferta editorial, que cada título lanzado tenga un propósito y un valor literario más allá de lo estrictamente comercial.
Históricamente las editoriales independientes han tenido como sello distintivo su carácter combativo. En una época como la nuestra arrasada por las prácticas corporativas más voraces, en la que los grandes gigantes ocupan prácticamente todo el espectro comercial, el trabajo de las editoriales independientes es esencial para diversificar el pensamiento a través de la circulación de ideas que promueven una reflexión independiente de las ideas hegemónicas y los lugares comunes más dóciles.
Hace unos años uno de los editores independientes más importantes que ha habido en nuestro idioma, Jorge Herralde fundador y director del mítico sello Anagrama, dijo en una conferencia de prensa que el editor independiente, urgido de mantener siempre una postura definida y una personalidad propia estaba condenado a la perfección para poder existir en un mercado hostil y complejo. Contrario a lo que le sucede al libro salvaje de Juan Villoro que se somete voluntariamente al ostracismo, el lector que se acerque a este importante despliegue cultural se verá expuesto a un salvajismo de distinto talante. Libros de editoriales como Tumbona Ediciones, La caja de cerillos, Vaso Roto, Sur+ o Elphas, por mencionar sólo las más jóvenes, validan las premisas establecidas por Jorge Herralde. Se rebelan contra una realidad que no les provee medios para su existencia. Se resisten contra las modas editoriales que pretenden homogeneizar los deseos lectores. Combaten el status quo promoviendo modos de vida que nos conectan con la realidad sin matices.
A pesar de que las estadísticas lectoras siempre han ubicado a nuestro país en los más ínfimos escalones culturales del idioma, eventos literarios como la Feria del Libro Independiente demuestran que cuando los espacios son propicios, el encuentro entre lectores entusiastas y buenos libros se da de manera efusiva y nutrida. Lectores curiosos, inquietos, apasionados: este evento es para ustedes.
********************
SÍGUEME EN @drabasa
(DIEGO RABASA / @drabasa)