Un claro ejemplo de cómo un incidente en apariencia aislado muestra tendencias culturales más amplias: una ventana a las complejidades de la sociedad
Por Paty Soto
Aunque empezó en diciembre de 2023, el caso de los aretes de Cartier vendidos a un precio inusualmente bajo en México desató recientemente debates en las redes sociales, revelando aspectos profundos sobre valores sociales, ética de consumo y la influencia de la tecnología en las relaciones comerciales modernas. Esto no es sólo sobre quién está en lo correcto y quién debería ceder. Es un espejo de valores sociales y creencias internalizadas que mueven la aguja cuando hay presión en público.
Pienso en el consumo como declaración de identidad al leer argumentos a favor y en contra en las redes sociales. Lipovetsky, filósofo y sociólogo que explora el impacto del consumismo en la identidad personal y social, señala cómo el consumo de lujo actúa como un marcador potente de identidad y estatus. En el caso de los aretes, el fervor no se limitó solo al valor material de los objetos, sino que se extendió a lo que representan socialmente, mostrando cómo los individuos usan productos de lujo para diferenciarse y reafirmar su lugar en la sociedad.
Las joyas son costosas pero el valor asignado en estatus refleja la búsqueda de superioridad, diría el psicólogo Alfred Adler. Según él, se usan bienes de lujo para superar percepciones de inferioridad -ojo, no estoy diciendo que este sea el caso de Rogelio o de cualquier otra persona que consume y/o valora artículos caros-. Más bien, la disputa entre el comprador y Cartier resalta una lucha por reconocimiento y un esfuerzo por validar su estatus social frente a una corporación global, en un intento de afirmar su valor mediante símbolos de éxito. Y, de la misma manera, quienes le critican por no ceder y “avergonzarnos por falta de ética” frente a una marca, (ejem, Lilly Téllez) dejan ver sus prejuicios sobre quién puede y cómo se debería consumir un producto de precio estratosférico.
Eric Hobsbawm, conocido por su análisis de la historia y las transformaciones sociales, puede ver esto como manifestación de las rupturas socioeconómicas características del siglo XXI. La capacidad de los consumidores para desafiar a las grandes marcas a través de las redes sociales ilustra una redistribución del poder en el mercado, subrayando cómo la tecnología ha transformado las dinámicas de poder tradicionales y democratizado la interacción entre consumidor y empresa. Cartier finalmente cedió por presión social, no por presión de la Profeco.
Según Rogelio, los aretes son para su mamá. ¿Cliché? Desde la perspectiva de Tamara Tenenbaum, escritora y filósofa argentina que aborda cuestiones de feminismo y cultura contemporánea, darlos a su madre puede ser un acto de cuidado y reconocimiento, desafiando la lógica del individualismo extremo promovido por el neoliberalismo.Los actos de consumo también pueden ser expresiones de afecto y gratitud, reforzando la importancia de las relaciones personales en nuestras decisiones de consumo.
Este debate no solo refleja cómo la sociedad valora el lujo y el estatus, sino también cómo las nuevas tecnologías pueden potenciar a los individuos para influir en las prácticas comerciales. Nos invita a reflexionar sobre nuestros propios valores y decisiones de consumo en un mundo cada vez más conectado y visualmente dominado por las redes sociales.