México es un país que representa dos mundos opuestos. El país donde se aplica todo el peso de la ley y el país donde la impunidad se revela con toda su obscuridad. El país donde se persigue con severidad y donde se cierra los ojos para no hacer nada. El país de ladys y mirreyes. El país donde se despliega un operativo de guerra para detener a Mamá Rosa y el país donde el gobernador Rafael Moreno Valle ha metido a Puebla en el túnel del tiempo para devolverla a las peores épocas del autoritarismo y la represión.
Enrique Krauze, Jean Meyer y Elena Poniatowska han defendido a Mamá Rosa, que durante 66 años recibió a cientos de huérfanos en un albergue y subrayado que la toma del sitio a cargo de soldados y policías fue desproporcionado. ¿Tienen razón?
En esos dos mundos, en un lado aparece una vieja de casi 80 años en un albergue sucio, con niños descuidados y quizá –quizá porque no se ha probado nada– abusos cometidos contra sus moradores. En el otro aparece la imagen irrefutable de un niño que se cubre la cabeza ensangrentada con una mano, aún vivo, herido por balas de goma que el gobernador Moreno Valle autorizó utilizar para reprimir manifestaciones. Ayer nos enteramos que el niño, que no participaba en una protesta y que acompañaba a su madre, ha muerto.
Es posible que Meyer, Krauze y Poniatowska hayan conocido un albergue distinto y que en los últimos años las cosas hayan ido tan mal como para convertirlo en un pequeño inframundo. ¿Se justificaba una intervención federal policaco-militar de tamaño monumental para detener a una anciana y a un grupo de trabajadores desarmados posiblemente culpables de varios delitos? ¿Se trata solo de un linchamiento como han señalado estos intelectuales?
¿No se tratará de una cortina de humo más en el país de las humaredas levantadas para distraer y tapar todo lo que no se quiere ver?
En un país donde no existen casualidades, las primeras planas de la mayoría de diarios desplegaron como si se tratara de la detención de La Tuta, la intervención federal en el albergue de Mamá Rosa, en momentos cruciales para el país, cuando se discutían y aprobaban varios dictámenes de las leyes secundarias de la reforma energética.
México, el país que es dos mundos: hace una década, cuando el gobierno de Estados Unidos, a petición del gobierno mexicano, utilizó balas de goma para detener migrantes indocumentados, la dirigencia nacional del PRI, el PAN y el PRD, el cardenal Norberto Rivera y un número importante de líderes sociales alzaron la voz para pedir al gobierno de George W. Bush que prescindiera de usar esos proyectiles, porque era una clara violación a los derechos humanos de los migrantes.
¿Quién alzará la voz ahora en contra de los métodos represivos del gobernador Moreno Valle? ¿Qué dirán el PAN y el PRD? ¿La jerarquía de la Iglesia Católica se pronunciará como hace diez años?
En el país que es dos mundos, es probable que no suceda nada. Que unos padres sin poder y empobrecidos sepulten a su niño y que en Puebla un gobernador del siglo pasado siga autorizando métodos violentos para responder a las demandas de sus gobernados.
(Wilbert Torre / @WilbertTorre)