[50 años del EPR]
En los setenta, el núcleo fundador del Ejército Popular Revolucionario se alía con otro pequeño grupo de nombre Unión del Pueblo, en donde había jóvenes que se pronunciaban por la lucha armada, aunque no tenían entrenamiento alguno para ella.
La Organización Revolucionaria Clandestina pasa a ser así la ORCUP: Organización Revolucionaria Clandestina -Unión del Pueblo. En esta nueva fase forman un Frente Estudiantil Revolucionario (FER) y enfocan su trabajo en repeler organizadamente a grupos paramilitares de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) y en la creación de bufetes jurídicos populares para asesorar legalmente a campesinos. En ese entonces, en el mundo de la izquierda subterránea, los eperristas ya no eran apodados como “ultras”, sino injustamente como “policías de la CIA”. Un grupo llamado Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) forma un comando exclusivamente para asesinar a los fundadores eperristas, aunque nunca lo consiguen. Ante la persecución gubernamental y de otros grupos subversivos, los eperristas apuntalan todavía más su vida clandestina. No es raro que en esos tiempos haya movimientos en los cuales jóvenes integrantes sean acusados de ser miembros infiltrados del ORCUP, como si efectivamente fueran agentes enemigos de la CIA.
La Liga Comunista 23 de Septiembre, la agrupación más consolidada de esa década, determinó en su momento que los eperristas tenían que ser ajusticiados por ser una tendencia “campesinista” y colaborar con la policía. Para revertir esto, los eperristas buscaron al dirigente de la Liga, Ignacio Salas Obregón ‘Oseas’, con quien fumaron la pipa de la paz. A la par, mediante el nombre de ORCUP, los eperristas alentaron el desarrollo de escuelas populares e hicieron alianzas con muchos grupos sin que estos supieran que eran ellos quienes en realidad los apoyaban. Uno de los militantes más destacados que murieron en esa década fue Joel Silva Aréstegui apodado El Panterita, torturado, asesinado y su cadáver desaparecido. Otros fueron Gastón Erudiel y Ricardo Pérez Hernández, asesinados en diferentes circunstancias. Fue en estos años cuando los eperristas montaron la mayoría de sus escuelas de educación política militar, en donde asistían tres o cuatro organizaciones y grupos.
A finales de los setenta, los eperristas se reunieron con otro grupo de guerrilleros que habían estado al lado de Lucio Cabañas, cuando éste cayó durante un enfrentamiento con el Ejército en las montañas de Guerrero. Aunque habían militado en las filas de uno de los líderes míticos de la guerrilla contemporánea en México, los integrantes del Partido de los Pobres desconocían lo que era un lineamiento político y el estudio de la filosofía marxista. De acuerdo con los fundadores eperristas, les dieron sus documentos para que los leyeran y discutieran un proyecto en común. Al final, varios de los guerrilleros campesinos pobristas se sumaron al núcleo eperrista, que seguía creciendo en silencio acosado incluso por el fuego amigo.
(Continuará…)