En los últimos días la colonia Condesa ha regresado a la conversación de esta ciudad.
Esta colonia, distinguida por ser uno de los barrios de moda por su arquitectura, su gastronomía, sus galerías y negocios de arte, y su vida nocturna, está en el centro de un debate sobre su seguridad y la tarea de las autoridades para cuidar a la comunidad.
La realidad es que a esta colonia llegan miles de visitantes los jueves y viernes en la noche, y otros miles el sábado y domingo durante el día.
Ya es un lugar de paseo, de recreación, de esparcimiento para varias generaciones. Pero las autoridades y una compleja madeja de corruptelas y complicidades han hecho que su nivel de vida se esté desplomando.
Vamos por partes. Cualquier ciudad necesita polos de desarrollo. Lugares que al ponerse de moda atraen inversión, generan empleos y dan rentabilidad y plusvalía a sus habitantes.
Todas las metrópolis importantes tienen varias zonas como estas, donde los artistas, los diplomáticos, los turistas y los locales convergen para construir vida comunitaria.
Eso es el corredor Roma Condesa. Un polo de desarrollo. Y como tal, debe ser tratado en términos de política pública.
Por eso la discusión de la seguridad en la Condesa es mucho más que un reclamo de sus vecinos, atañe a todo un sector de la sociedad que pasa por ahí en algún momento de la semana o del mes. El deterioro de este tipo de colonia hace de miles de habitantes potenciales víctimas de crimen, violencia o simple abuso callejero-policiaco.
Las ciudades con algo de inteligencia pública arman estrategias transversales, colocan módulos de seguridad, ponen luminarias, arman estrategias horarias y construyen con los vecinos y los empresarios redes de información y comunicación que den espacio a la acción y reacción policiaca.
La seguridad de estas zonas no se atiende como la seguridad de otras colonias porque tienen un nivel de efervescencia y asistencia pública mayor.
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En Nuevo Orleans la fiesta es dura todos los días. Calles como Bourbon Street están repletas de bares abiertos con consumo de todo el tiempo.
Sin embargo, su estrategia y contundencia al atajar conflictos o actos delictivos es tal que mantienen seguros a todos los visitantes.
La Condesa es un símbolo de lo deberíamos ser y no somos.
Es una señal de nuestra incapacidad política y social de ser mejores que nuestros tiempos. Y hablo en plural a sabiendas de que el gobierno de la Ciudad de México, encabezado por Miguel Mancera y en particular la Delegación Cuauhtémoc con Ricardo Monreal a la cabeza, son los que tienen que ser capaces de ofrecer certeza, tranquilidad y rumbo.
La Condesa, la Roma, Coyoacán, Polanquito, San Miguel Chapultepec, Insurgentes sur, Reforma, la Zona Rosa, la Juárez, Garibaldi y otros son centros indispensables de la construcción de comunidad.
Hoy la Condesa es sólo el síntoma de una descomposición general.
Si perdemos estos espacios, perdemos la ciudad.
Y eso no es menor.