Este año nos volvimos a confundir. Por uno y otro lado pasaron felicitaciones por el Día Internacional de la Mujer, jefes mandaron flores a sus empleadas y algunos llegaron a enviar, como regalo, un grupo de bailarines eróticos al festejo de las policías porque creen que así es como se construye la equidad.
El 8 de marzo no es un día para festejar, sino para recordarnos que siguen habiendo brechas cuando hablamos de géneros: educativa, salarial, de derechos y de representación política, por hablar de algunas.
El Día Internacional de la Mujer es un llamado a construir conciencia de lo que tenemos que cambiar para darle la vuelta a nuestra realidad que es tan desigual para hombres y mujeres.
Lo seguirá siendo mientras en Ecuador asesinen a dos mujeres y existan medios de comunicación que reporten que las mataron porque viajaban solas o mientras una mujer no pueda ir por la calle sin el riesgo de ser agredida sexualmente –una mirada, un chiflido, un levantamiento de falda, un manoseo, una violación o más–.
LEE LA COLUMNA DE LUCIANO PASCOE: MODELO DE ROMPIMIENTO
Nuestra sociedad seguirá siendo inequitativa en tanto haya quien responda a una denuncia pública como la de Andrea Noel con amenazas de violarla y matarla, o responsabilizándola a ella por usar una falda corta, por estar fuera de su casa o, simplemente, por ser mujer.
El reto que tenemos es ser capaces de estar a la altura y la vanguardia que presumimos; y esto pasa indefectiblemente por cómo educamos a nuestros hijos e hijas, porque si no les enseñamos que desde pequeños deben entender de respeto y equidad difícilmente crecerán en busca de fomentarlos.
La convivencia sin violencia entre hombres y mujeres no puede esperar más; debemos hacernos cargo de que, para sentirse un poco más seguras, las mujeres tienen que viajar en espacios confinados donde no haya varones.
No felicitemos a las mujeres porque es un 8 de marzo, felicitémonos todos, hombres y mujeres, cuando logremos ser una sociedad en equidad.
Pero no vayamos tan lejos. Escuche cada uno de ustedes las conversaciones que mantienen durante un día, no importa si son con mujeres y hombres. Hagan el ejercicio y cuenten cuántas veces pasan por esas charlas referencias discriminatorias.
Ahora dense cuenta que esas referencias que nos permitimos contra las mujeres también son parte de nuestra confusión sobre el 8 de marzo y de la reproducción de la violencia en su contra.