Todo proceso electoral debiese tener la capacidad de convocar masivamente a los ciudadanos, de llevar mares de gente a las urnas y de crear un amplio debate entre la sociedad, los partidos y candidatos sobre el tipo de ciudad, estado o país que queremos.
Lamentablemente, a pesar de que lo que está en juego es el diseño de la Ciudad de México a la que aspiramos, el próximo 5 de junio seremos pocos –muy pocos– quienes iremos a votar.
La baja participación del electorado permitirá que los mismos de siempre, los partidos políticos, activen a sus estructuras de voto organizado y con ellas sacar votos suficientes que les permitan estar en los primeros tres lugares.
El modelo de comunicación de los spots nubla el panorama y limita la visibilidad a las opciones de mayor vanguardia.
En los 45 días de campaña se transmitieron miles de spots en radio y televisión para tratar de convencernos por quién votar para la Asamblea Constituyente.
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Aunque muy pocos, sí hubo debates y entrevistas que dejaron ver que hay opciones transformadoras, candidatos que conocen la ciudad y sus problemas, que tienen propuestas de fondo, que están comprometidos con los derechos y las causas más progresistas.
Candidatos que, además, han tenido experiencia legislativa y en el gobierno de la capital suficiente para saber que el diseño de una constitución va más allá de lemas de campaña o frases, que han tratado directamente con vecinos y entienden la problemática de las colonias y barrios; que entienden la necesidad de gobiernos transparentes y que rindan cuentas.
Los hay también que saben que para que funcionen las nuevas alcaldías, el gobierno de la ciudad no podrá tener el control total del presupuesto ni de la implementación de las normas urbanas como sucede ahora, y lo saben porque han estado en ambos lados: el central y el delegacional.
Como elector de la Ciudad de México, estoy convencido que es necesario votar en este proceso, que es imprescindible hacerlo por las opciones que llegarán a la Constituyente a construir y aportar su visión e ideas, sobre todo las que impulsan las vías democráticas para la construcción de ciudad en la que vivo.
De entre los más de 550 candidatos hay uno que debe estar en la Asamblea porque cumple con el perfil que he descrito. Él es Ricardo Pascoe, mi padre; es el candidato independiente número 10 y voy a votar por él.