El taxista aceleraba en la autopista parisina Autoroute du Nord y hablaba sin tregua: en cuanto se presentó como Fadel, recordó el día que dejó Líbano para emigrar a Francia, maldijo su renta de 900 euros por un departamentito, compadeció a los africanos que se apoltronan en los bloques de cemento habitacionales que veíamos cerca del Aeropuerto Charles de Gaulle.
El viejo hablaba tanto y en un idioma que no es el mío, que me perdí en la charla. “D’où venez-vous?” (¿usted de dónde viene?), me interrogó de pronto. Absorto en mi mundo no debí oírlo, pues repitió la pregunta con su voz cavernosa.
-D’où venez-vous, monsieur?
-Ah, Mexique-, le dije.
Lo siguiente fueron unas carcajadas que inflaron su pecho como un sapo, seguidas de un “¡Ohhh, Mexique!”. Tras un silencio microscópico pensé que cerraría la frase con “Tequila”, “Cancún”, “Mariachi”, algo extraído del México for Export que tan bien posicionamos desde tiempos inmemoriales. Pero no, lo que el taxista pronunció fue: “¡Ohhh, Mexique, la drogue!”.
Para un naturalizado francés nacido en Beirut que vive a 9 mil kms de nuestro país, México equivalía a droga. Dijo “drogue” muy jocoso, de la vergüenza me encogí cual cochinilla y tuve deseos de abrir el Renault y aventarme a la autopista para que la Tierra me deglutiera. Me dolió que articulara la palabra “drogue” pero me dolieron más sus carcajadas. ¿De qué reía? ¿México era un chiste de país?
Paralizado, me callé. ¿Qué le decía? ¿Muy serio le informaba: “Señor, México es más que droga. Creo que usted desconoce a Octavio Paz, Diego y Frida, la torta de tamal, el Cañón del Sumidero, el Tata Cárdenas, la poesía de Nezahualcóyotl, las chinas poblanas, los cristalinos canales xochimilcas, el glorioso Atlante”?
Esta semana, el canciller Meade regañó al Papa Francisco luego de que el religioso escribió a un amigo su miedo de que Argentina se “mexicanice”. Meade y el gobierno debieron pensar, “Jodámonos, si volvimos a México un esperpento, es razonable que el mundo nos vea como un… esperpento”. Lo decoroso era no decir ni mu y averiguar qué le contaron los obispos mexicanos al Papa para que éste dijera que aquí “la cosa es de terror”. Habrían sabido que, en lo que va del sexenio de Peña Nieto, el narco mató 8 curas y desapareció 2 más, según el Centro Católico Multimedial. Mucho pedir: el gobierno optó por ser Timbiriche cantando “¡México, México, quiero gritar fuerte qué bonita nación. México, México, M, E, acento, X, I, C y O!”.
Menos mal que el día que el taxista Fadel me dijo aquello no abrí la boca para defender a mi patria tricolor. No me habría perdonado ser tan patético.
Canciller Meade: si tienes escoba, sombrero, nariz larga con verruga, vuelas y haces pócimas en un caldero, eres bruja. No nos digas que eres una princesa.