En la noticia había varios números: el Senado de EU hizo pesquisas durante 5 años en 6 millones de documentos de la CIA para elaborar un informe de 500 páginas probatorio de que, tras caer las Torres Gemelas, militares torturaron a acusados de terrorismo: los privaron del sueño siete días seguidos, los desnudaron y encadenaron, les hicieron “ahogamiento simulado”.
Salté entre párrafos buscando otro número. Lo hallé: 119. Sí, 119 prisioneros sufrieron las torturas. No se necesita un millón de víctimas para que atormentar sea abominable, pero al leer que 119 casos metían a la CIA en una crisis recordé una foto que @antoncastel tuiteó tras una marcha reciente: junto a la patrulla CUJ1 6099, un policía de la SSP DF cierra su puño para volverlo una roca que impactará al chavo que jala de los pelos. El policía entreabre obsceno la boca, como si saboreara el inminente trancazo sobre el chico que no opone resistencia. Otro agente los mira con una mueca que amaga ser una sonrisa. En las garras policiales, el joven es un insecto. El tuit se titula: “ese puño llevaba mil toneladas de odio”.
Vi la foto y pensé: ¿cuántos personajes que entrevisté en estos meses para mis reportajes denunciaron violencia policial o tortura? Súper Tarín, gladiador profesional devenido en protector de convictos, me relató lo vivido en los viejos separos capitalinos de Tlaxcoaque: “Lo básico era ‘pozole’. Metían tu cabeza en el agua puerca del escusado hasta que te ibas a ahogar. Luego, tehuacanazo: en tus narices agua mineral con chile. Y los toques: descargas eléctricas en los bajos. Quedábamos como mártires. Nos pegaban hasta hartarse y si ibas por un robo te inculpaban de cinco averiguaciones que no eran tuyas”.
Luego recordé a “Tinito”, migrante hondureño de 17 años que en Puebla fue detenido bajo el tren por dos policías estatales. Me contó: “Por teléfono dijeron ‘vengan otros tres’. Cuando ya eran cinco policías me golpearon la nuca y me tiraron al lodo. Me pateaban y caminaban en mi espalda. Estuve tirado 10 minutos sin que pararan de golpearme”.
Y el anarquista “Osvaldo” me relató hace días su arresto en Oaxaca: “Había fila india con dos líneas de unos 15 policías. En cuclillas con las manos atrás empezó la golpiza. Policía por policía. Hubo agua con toques, puñetazos y patadas con sus botas”.
Militares estadounidenses torturaron a 119 personas desde 2001 y eso es un escándalo. En México, sólo en 2013 fueron denunciados 1505 casos de tortura policial (cuántos no se habrán denunciado) y todos campantes. Según Amnistía Internacional, “La tortura está fuera de control en México”.
Cuando nos preguntamos quiénes han sido los maestros del narco en las materias de Tortura y Sadismo, sospechamos la respuesta: los que nos protegen y procuran justicia hundiéndonos la cabeza en el escusado o moliéndonos a palos.
(Aníbal Santiago / @apsantiago)