¿Han notado el malinchismo en los nombres que escogemos para nuestros locales? En vez de tener la decencia de denominarse como tal, un restaurante de hamburguesas pone su nombre junto al confuso, inexacto y británico vocablo: Gastropub. Me topé con dicha hamburguesería y, de inmediato, ese radar interno que avisa cuando acabamos de ver/leer/oír una jalada se disparó hasta el techo.
Llegué a casa y busqué el término en Wikipedia. Resulta que Gastropub es un concepto acuñado en los noventa que viene de Pub (public house), un acrónimo asignado a locales que sirven comida barata y bebidas alcohólicas, y Gastronomía, ya que en un Gastropub se sirve alimento de mejor calidad que en un Pub. El establecimiento mexicano que se agenció el término vende hamburguesas, papas fritas y cervezas, y ni siquiera tiene una barra, como la mayoría de las public houses. En otras palabras, tiene de Gastropub lo que yo tengo de basquetbolista de la NBA. Ni la pinta.
Ya no es suficiente tener un Bar o un Restaurante. Sólo eso explica que en La Condesa, epicentro de esta pedantería gastronómica, haya un lugar que se jacte de ofrecer Popfood, sea lo que sea que eso signifique. Visité el restaurante para ver si había algo pop en su food. Difícil empresa, puesto que mi paladar reconoce los sabores dulce, amargo, ácido y salado, pero aún es incapaz de reconocer un alimento pop. Esperé que los platillos tuvieran nombres de canciones de Lady Gaga o algo. Me comí unos ravioles y una sopa. No eran ravioles Miley Cyrus o sopa de lentejas a la Britney. Vaya estafa.
Lo mismo veo en el rebuscado panorama nocturno. Ya no hay antros o bares sino híbridos que amalgaman conceptos de por sí difusos como clubs lounge, discos VIP clubs y nightdiscos VIP lounge bars. (La palabra lounge merece un análisis concienzudo: tiene tal pegue que hasta hay un restaurante japonés que dice ser, simple y sencillamente, un lounge).
Ya no hay cantinas sino saloon stadiums. No tenemos restaurantes italianos sino cucina e bar. No existen lugarcitos de comida francesa sino brasserie und bierhaus. Si la industria editorial siguiera el camino de los restauranteros tendríamos emulsiones en prosa, molecular micronarratives y roman symphonique pop en vez de novelas y cuentos. Quizás es hora de regresar al castellano y conquistar al cliente con alimento en vez de bobos retruécanos nominales: que los bares sean bares; los restaurantes, restaurantes y las taquerías, taquerías.
(DANIEL KRAUZE / @dkrauze156)