Esta era la semana de Miguel Ángel Mancera y el jefe de Gobierno no ha estado aquí para aprovecharla. Sí, se que suena raro decir que este era su momento luego de la derrota del proyecto para Chapultepec, pero son justo esas oportunidades las que le permiten a un político lucirse frente a sus ciudadanos.
Es verdad que el gobierno de Mancera quiso hacer una obra polémica y fracasó: pero fue así, al menos formalmente, porque se abrió el espacio a una consulta, se generó un intenso debate público y, al final, el gobierno aceptó que tenía que hacer las cosas de otro modo.
Parece un fracaso, y en cierto sentido lo es, pero ¿no habría sido una gran noticia que pasara lo mismo con el costosísimo aeropuerto que pagaremos todos y que hoy hace el gobierno federal?, ¿no habría sido positivo que en otros temas – las ternas para la Corte, la remodelación del hangar presidencial que será obsoleto en unos años o hasta en los escándalos en torno a OHL- se generara un debate público serio?
Mancera perdió pero bien pudo capitalizar la derrota si hubiera estado aquí para presentarse ante la sociedad y dar acuse del resultado. Un político que no es capaz de hacer lo que le venga en gana puede ser visto como débil, o puede ser percibido como alguien dispuesto a escuchar y rectificar. El jefe de Gobierno ha dejado ir esa oportunidad.
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Como también lo está haciendo con la que ha sido su única bandera en estos años: la defensa del salario mínimo. Es de elemental justicia reconocer que con su trabajo logró darle visibilidad al tema y fue capaz de empujar – junto con otros actores – la reforma que permitirá que el salario mínimo sólo sea eso, un monto a pagar, y no un referente para multas y otras cosas que impedía un eventual aumento por los efectos colaterales que tendría.
Sí, Mancera puso el tema en la agenda, sólo que en esta semana, la más importante, cuando se defina cuánto habrá de subir, no está aquí para presionar. Porque el jefe de Gobierno está fuera de México. En concreto, y así lo dicen las notas aunque parezca que me lo inventé, en Dubai, presentando sus programas de gobierno.
Es como si el jefe de Gobierno tuviera el reloj político descompuesto. Como si las buenas intenciones no estuvieran acompañadas de un planteamiento estratégico que le indique cuándo y dónde debe aparecer.
Es cierto, Miguel Ángel Mancera tiene algunos buenos colaboradores que operan por él – Patricia Mercado y Salomón Chertorivski son buenos ejemplos -pero esta era la semana de su jefe y para su mala fortuna no tuvo los reflejos para poder reaccionar.