Aquí las instrucciones ciudadanas para saber cómo reaccionar en medio de un coraje que cause la explosión de la vesícula biliar. ¿Se imagina que al Ángel de la Independencia le dé el dolor que le dio al presidente Peña? Ya ve que lo de la bilis está de moda.
2.- Reflexione. ¿A usted ya le explotó? Todos estamos a punto con tanto coraje. ¿Se imaginan si al bendito Ángel de la Independencia le tuvieran que extirpar la vesícula biliar dorada? ¿Se imaginan el salpicadero de bilis por todo el Paseo de la Reforma? ¿Quién más sufre de semejante tragedia médica reformista? ¡Pues nosotros los ciudadanos!
3.- Salga a trabajar con una venda amarrada por la cintura. Llegue a la oficina con una faja encima de esa venda aunque parezca tamal mal amarrado, no vaya a ser que le explote la bilis en plena junta por el coraje que le hizo pasar el bache en que cayó su coche, la inundación en la que se quedó atorado o la manoseada que le metieron en ese sauna democrático llamado Metro.
4.- Pague un seguro de gastos médicos mayores que le cubra el estallamiento de tripas. No importa que por pagarlo sus hijos se queden si comer, que ya no le alcance para pagar la renta, que ya no tenga lana para llevar a su novia al cine a fajarse… los sentimientos.
5.- Si el dolor es insoportable y le agarra en medio de una estación del Metrobús ante la mirada atónita de los pasajeros que creen que usted está haciendo contorsiones africanas… ¡cobre! Ponga una gorrita y que los pasajeros se mochen con la “bonita ayuda”. De todos modos, ya hizo usted el ridículo.
6.- ¿Lo asaltaron otra vez? ¿Le robaron la bolsa, la cartera, le dieron un cristalazo o fue víctima de un corrupto policía? No coma aguacate.
7.- Evite la carne roja, esa que nos dejaron ir los nuevos funcionarios que en campaña nos bajaron las estrellas (y varios planetas del sistema solar) y que ahora les importaremos una pura y dos con sal.
8.- El respeto a la vesícula ajena es la paz.
9.- Haga el amor y no la bilis.
10.- Políticos del DF: Cuando veas la vesícula del Presidente extirpar, pongan la suya a remojar.
(NACHO LOZANO)