En Chilangolandia es muy fácil ser ambulante. Si es usted un emprendedor para un pequeño negocio, no le busque más: vuélvase uno de ellos. Siga este manual y hágase rico (¡oh!, no piense mal)
1.- Póngase donde se le dé la gana a la hora que se le dé la gana, no importa si obstruye el paso, las escaleras, las rampas para personas con discapacidad, la salida de las casas o la banqueta recién remodelada con el dinero de todos. Los ambulantes son el alfabeto con que Dios escribió #CDMX
2.- No pague impuestos. Aunque, eso sí, deberá mocharse con el funcionario delegacional; con el líder de ambulantes; con el de la patrulla para que no lo moleste; o con quien sea el encargado de mantener vivita y coleando a esta mafia.
3.- Si algún vecino o ciudadano –de esos insoportables– le quiere hacer la vida imposible: agárrelo a golpes. La calle es suya (de usted), no de todos.
4.- No es necesario pagar algún permiso. Es más: sería tortuoso o casi imposible que a usted le den un permiso oficial (para vender, pagar impuestos, generarse como empresa, comprar y vender marcas originales, etc., etc). Siempre es mejor la mordida o el arreglo por debajo del aguita. #TeAmoMéxico
5.- Venda lo que quiera: ropa, comida, drogas, películas, jugos, uniformes, chicles, electrodomésticos, computadoras, celulares robados, softwares, útiles escolares, mochilas, a su suegra, alcohol, perfumes, lo que usted quiera.
6.- Déjese consentir. Al paso de los años tal vez se vuelva una de esas familias que en el DF gobiernan las calles, cobran derecho de piso, organizan a los vendedores para presionar políticamente y hacen posible carreras de funcionarios públicos con su apoyo. Estamos hablando de un negocio millonario, créame: puede cobrar 10 mil pesos por dos metros cuadrados (¡ya de jodido!). De ahí para arriba. Además de ésto: vénganche pa’ cá cuotas semanal y extraordinaria. Y no hay quien se queje: el sol salió para joder a todos.
7.- Si bien ni todos los ambulantes son delincuentes ni todos los delincuentes son ambulantes, sepa que el ambulantaje en muchos casos es operado por grupos de criminales. No nos hagamos mensos.
8.- Pida un permiso de comercio de la vía pública en su corrupta delegación de preferencia. No importa que ese permiso sea ilegal, irregular y desordenado. Usted es el dueño de la banqueta: ¡repita conmigo!: “Soy el dueño de la banqueta… soy el dueño de la banqueta” ad infinitum.
9.- El ambulante no se crea ni se destruye: sólo se mueve de esquina. Ponga en práctica el tan tradicional Efecto cucaracha: si me lo mueven de alguna esquina, ¡váyase junto con sus amigos a otra! Hay que distribuirse como Dios nos dio a entender.
10.- Sonría, el gobierno siempre estará de su lado.
( Nacho Lozano)