Instrucciones para escribir la historia del sacrificio de todos y de siempre.
La magia
Es Gobernador de Morelos y aparece sonriente en la foto del día de la inauguración. Sonriente y agradecido. Muy agradecido con el señor Presidente a quien mira con ternura y sumisión. El sol bautiza un pavimento fresquecito que promete, al menos, 20 años de vida. El mismo sol ilumina al titular de la SCT, a quien usted abraza y agradece.
La euforia
Los aplausos truenan. Son para Usted, señor Presidente, que demostró con hechos y no palabras que dos mil millones de pesos son nada cuando se trata de hacer los sueños de los mexicanos realidad. No importan los sobreprecios en la construcción, importa que logró cumplir y su bondad alcanzó para construir este Paso Exprés.
La verdad
Despierta en la madrugada y sale a trabajar con su hijo. Cruza la vía recién presumida en el pueblo del estado de la República del señor Presidente. Pero a usted los rayos del sol que bañaron ayer esa carretera no le iluminan el camino. Se abre un hoyo y cae enterrado vivo junto con su hijo. Mueren asfixiados. No oyen aplausos.
El recuerdo
Usted, Gobernador del estado por donde pasa la vía, se acuerda un mes después que antes de la inauguración avisó que esa vía estaba mal hecha. Se acuerda de que el Secretario le dijo algo como “No digas mamadas” (esto último no está grabado). Y se acordó de que pasaron los días y no hizo nada para evitar que alguien muriera.
El sacrificio
Usted, titular de la SCT, piensa: “Si mi jefe ahí sigue después de todo, como por qué me iré del escritorio tras la muerte de dos muertos (en vida) de hambre”. Por eso saldrá a decir (esto aparece en videos): “No es necesario un sacrificio político”, o sea, no voy a renunciar. O sea: “Con el sacrificio de dos pelados muertos de hambre basta”.