Mati

Nunca le he dicho así, no cabe en mi cabeza decirle el apodo que, de forma cariñosa y cercana, le dicen todos los que trabajan a su alrededor. Para mí, Mati es el Sr. Carlos de Carcer.

Hace muchos años, Carlos de Carcer subió en un avión con destino a Madrid. En el asiento contiguo, el destino le puso a alguien que le iba a abrir la idea que cambiaría la radio informativa matutina: Emmanuel.

El Sr. Acha le platicó a su compañero de vuelo los beneficios de la difusión en radio. Eran los tiempos en que el cantante era famoso por su versión de Toda la Vida -aquella balada de Lucho Dalla que, también, catapultara al intérprete conocido como Franco a tener un one hit wonder– y comenzaba a despegar hacia La Última Luna… sí, aquella de Luna Park.

Al bajar del avión, de Carcer decidió que era momento de volver a explorar el radio pero de Frecuencia Modulada. La AM era, para esos mediados de los 80, refugio metropolitano de Gutiérrez Vivó y de revistas femeninas.

A su regreso a México, platicó con un amigo suyo que cambiaría la historia radiofónica: Pedro Ferriz de Con. Ferriz, renuente en un inicio, le hizo caso y lo invitó a platicar con otro amigo que sabía de estrategias publicitarias llamado Roberto Salmerón.

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Entre los tres crearon PEAC, la empresa que produciría por alrededor de una década los espacios informativos de Stereorey y que sería la incubadora de lo que sería Imagen Telecomunicaciones. En cada una, Carlos de Carcer fungía como el control financiero y el enlace con afiliados que, confiados en la honestidad e integridad del Productor Ejecutivo, daban votos de confianza a programas y proyectos.

Uno sabe en Imagen que el Sr. de Carcer cuidará no sólo los centavos, sino la expansión y creatividad dentro del Grupo.

A la salida de Pedro, Carlos de Carcer se quedó. Ha sido bastión y guía en tiempos turbulentos y, también, consejero en momentos de calma. Cualidad complicada de encontrar en un negocio como la Radio donde la corrupción, la payola y la deshonestidad parecen cualidades y no defectos.

Hoy, Carlos de Carcer libra otro tipo de batallas donde lo único que queda de sus compañeros, amigos, aliados, camaradas y colaboradores es desear su entera recuperación. De Carcer -sin reflectores o aspavientos, sin primeras planas ni reportajes en revistas especializadas- es uno de esos hombres de medios que ha cambiado epicentros e ideas a partir de la disciplina y el talento, desde la honorabilidad y la rectitud.

Por eso hay que rendirle homenaje aunque, quienes lo conocen, lo hagan diario sólo con una palabra afectuosa que contiene todo lo que ha sembrado en ellos.

Mati.