Matrimonio gay, una reforma silenciosa; por @mariocampos

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Desde hace tres años se dice que México está viviendo una serie de grandes cambios y la realidad es que muchos de ellos todavía no se ven. No obstante, hay uno del que muy poco se ha hablado, y me refiero a la reciente decisión de la Suprema Corte de Justicia que estableció que las uniones entre dos personas del mismo sexo deben ser tratadas como matrimonios, más allá de lo que digan las leyes de cada entidad.
Dicho de otro modo, el matrimonio entre dos hombres o mujeres ya es legal en toda la República Mexicana, independientemente de lo que piensen los diputados locales de todo el país.
Me parece una noticia positiva e importante. Primero, porque es sin duda una ampliación de derechos que deja de distinguir entre personas de primera y de segunda. Lo que un adulto decida hacer con su vida no debería estar sujeto a la aprobación de terceros. Y justo porque los derechos no son un tema que dependa de votaciones populares, la forma en que se dio el cambio en México es doblemente positiva. En otros países tuvieron que pasar años de plebiscitos para poder avanzar en el tema. Acá no fueron necesarios.
Lo que me sorprende es que el tema no haya sido destacado en los medios de comunicación en el país. Alguien con mucho optimismo podría pensar que es porque la normalidad no debería ser noticia, pero sospecho que no es así. Mi impresión, por el contrario, es que muchos editores no consideraron importante el tema o no quisieron perturbar las conciencias de parte de sus lectores.
Como sea, el tema ocurrió con los efectos legales que eso debe tener y que ahora debería evitar las formas de discriminación que hemos conocido a lo largo de los años, como las que han frenado que parejas homosexuales tengan los mismos derechos o protecciones que las parejas heterosexuales.
Entiendo que esta noticia puede ser perturbadora para las visiones mas conservadoras y he leído las posturas de diversas congregaciones religiosas. Respeto que puedan pensar distinto, aunque no comparto su visión. Pero lo importante de vivir en un país de leyes es que la opinión de otros – basada en sus convicciones religiosas- no debe imponerse a la vida de un tercero.
Celebro con gusto este paso en el camino de la igualdad, en un país en el que a veces parece que nada nunca cambia.

(MARIO CAMPOS)