16 de noviembre 2016
Por: Mario Campos

¿Quién podrá defendernos?

El país enfrenta su mayor amenaza en décadas. El próximo presidente de los Estados Unidos amaga con deportaciones masivas, con suspender o renegociar el principal acuerdo comercial que genera millones de empleos en México, y con cambiar las reglas del juego, lo que ya —desde ahora— ha frenado todos los pronósticos de crecimiento de la economía nacional para 2017. Y lo peor de todo es que no hay nadie que parezca estar a la altura del nuevo escenario.

El primer apuntado fue López Obrador, que salió con aquello de que no debemos estar preocupados porque no somos una colonia sino un país independiente y por eso no nos va a afectar. Más allá de los buenos deseos, la evidencia ya muestra que eso es falso. Después salieron Margarita Zavala, el Bronco, Moreno Valle, Mancera y una larga lista de salvadores de la patria, todos envueltos en la bandera nacional.

Y por lo visto, entre los presidenciables no hay mucho lugar para la esperanza. La cosa se pone peor todavía si vemos que los que hoy están al frente no tienen el perfil para responder a este desafío descomunal. El presidente Peña Nieto tenía menos de 22 por ciento de aprobación antes de la visita de Donald Trump que tanto repudio generó. Desde entonces no se han publicado nuevas mediciones, pero lo cierto es que no hay nada que permita pensar que su imagen ha mejorado.

En otras palabras, tenemos que navegar en una tormenta en un momento en que casi nadie confía en las habilidades del capitán… ni del resto de la tripulación. La Canciller no había tenido experiencia previa en ese cargo y el embajador mexicano en EUA tiene apenas unos meses de haber llegado a esa posición.

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Dentro del gabinete no se ve a nadie que tenga la visión estratégica ni el capital político para hacer frente a este nuevo escenario y en la oposición hasta ahora sólo se han escuchado ocurrencias, pero nada que permita pensar que hay quien tenga un auténtico plan además de ponerse a rezar para que Trump no cumpla con todo lo que prometió.

Por eso el título de este artículo, porque en este clima de incertidumbre y preocupación no hay una autoridad —formal o informal— que pueda serenar los ánimos.

Y eso no es poca cosa para los tiempos que vienen. ¿O qué podemos esperar en las ciudades fronterizas con las deportaciones masivas, cómo se pondrá la tensión social? ¿Qué va a pasar si bajan las inversiones en la industria automotriz en regiones como el Bajío o si gravan las remesas que son oxígeno para regiones enteras?

El país requiere un liderazgo fuerte que no subestime lo que siente a población y que no le quiera vender soluciones mágicas que nadie cree ni creerá. Y la gran pregunta, la del millón, es quién será capaz de entender este contexto y ocupar el vacío que hoy ya se mira y que se va a agudizar en las próximas semanas. ¿Quién dará rumbo en este momento en que el país se siente tan a la deriva?

Como bien diría el clásico, ¿quién podrá defendernos?

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