México vivió entre 1968 y 1970 un periodo parecido al que ahora vive Brasil.
A la par de una celebrada pujanza económica, fue la sede de los Juegos Olímpicos y de un Mundial de futbol que en nuestro país son recordados tanto con alegría como con inquietud.
Durante esa época, el mundo veía a México como un lugar próspero y alegre, sin embargo, años después se enteró que en su realidad cotidiana tenía arduas dificultades: el Ejército disparaba contra las manifestaciones de estudiantes y la policía desaparecía a los opositores políticos del régimen, entre otros problemas.
El país de moda en el mundo actualmente es Brasil. Como antes lo tuvo México, tiene una copa mundialista y unas olimpiadas seguidas como marco de su éxito internacional.
A la par de los goles, los reportes que llegan sobre la situación política interna de Brasil son tan lamentables que nos recuerdan a Tlatelolco.
Durante los preparativos de este Mundial de futbol, decenas de barrios marginales fueron ocupados por el Ejército brasileño con la finalidad de impedir protestas mientras se construían estadios, autopistas y otras obras requeridas para la competencia deportiva.
Escuelas públicas, parques y viviendas humildes han sido sacrificadas sin el procedimiento adecuado por parte de los inversionistas asociados con el gobierno.
En ese proceso, cuerpos policiales como el de Río de Janeiro se volvieron los más asesinos del mundo y sus víctimas -como suele recalcar el escritor carioca Paulo Lins- son en un 95 porciento personas negras y pobres.
Fue en el 2000, cuando Brasil comenzó a “despegar” con el gobierno de Henrique Cardoso, quien realizó una serie de reformas energéticas muy parecidas a las que se están concretando en estos días en el Congreso mexicano. Al carismático Lula fue quien le tocó aplicarlas y darles un peculiar enfoque social. Sin embargo, a partir de 2008, la crisis internacional económica colapsó a Brasil y la actual presidenta, Dilma Rousseff administra el vértigo de un país de moda que ahora parece ir en picada económica, en medio de desplazamientos humanos, huelgas, y mayor pobreza que antes en algunas regiones.
Las compañías trasnacionales que se beneficiaron de aquella radical apertura económica de Brasil, están por irse a buscar en otros países nuevos negocios hechos a la medida de sus intereses, no de los intereses generales de la sociedad en la que invierten.
México será uno de esos países. Por eso es que nos estamos convirtiendo de repente en el país de moda. Al capital internacional le gusta generar esa pueblerina sensación de orgullo en los países que está a punto de devorar.
Pero mientras tanto qué viva el futbol.
Mi pronóstico del Brasil contra México no podría ser otro que un 0-0.
(DIEGO ENRIQUE OSORNO / @diegoeosorno)