Así bautizó a su imagen el alemán Alexander Gerst: “Mi foto más triste”. Sin embargo su fotografía no es de esas que estrujan el corazón mostrándonos cadáveres de niños palestinos, ni tampoco retrata el dolor insoportable de quienes sobreviven a los misiles. No se distinguen personas ni edificios devastados en la escena, pero eso no le quita lo triste. De hecho Alexander Gerst no estaba en la zona de conflicto cuando tomó su fotografía, pero a través de ésta podemos ver la tragedia que se cierne sobre la franja de Gaza como quizás solo podría mirarla Dios, antes de que se fuera de ahí.
Gerst es uno de los astronautas que habitan la Estación Espacial Internacional y tomó su fotografía a 320 kilómetros de la Tierra durante un bombardeo nocturno. Desde el silencioso y frío espacio exterior donde somos apenas un pequeño planeta más en un océano de luces y de asombros, el astronauta pudo distinguir entre las extrañas constelaciones que forman de noche las ciudades, las explosiones que a la mañana siguiente serán muertos en las noticias, sumándose neciamente en un marcador asesino y profundamente desigual.
Hace apenas 46 años que los seres humanos descubrimos la Tierra. Suena extraño, pero nunca la habíamos visto hasta entonces. La Nochebuena de 1968 los tripulantes del Apolo 8, quienes iban originalmente a explorar a la Luna, la miraron por primera vez y el astronauta William Anders tomó la primera impresión de nuestro planeta azul mirado desde “afuera”. “La fotografía ambiental más influyente que se haya hecho jamás”, según algunos, y al mismo tiempo la imagen que transformó nuestra manera de ver al mundo y de vernos a nosotros mismos: ¡finalmente había una foto que demostraba que la Tierra no era plana!
La primera vez que la miramos nos dejó maravillados, pero con los años nos hemos acostumbrado a mirar a la Tierra, monitoreamos día y noche los huracanes y demás fenómenos atmosféricos, pero pocas veces llegan a verse desde el espacio señales de nuestro espíritu violento y sanguinario.
No es que la fotografía de Gerst sea más triste que las que vemos a diario desde la zona del conflicto, lo que pasa es que su imagen evidencia el absurdo de la guerra en magnitudes tragicósmicas. Desde la órbita terrestre, donde el espacio infinito abraza nuestro planeta, un grupo de humanos pelean y se matan por un pequeño territorio sembrado de odio. Los misiles que estallan en la noche parecen luciérnagas desde el espacio, estrellas fugaces cargadas de muerte y desolación.
“Mi foto más triste”, dice el astronauta. Vaya que lo es. Su fotografía contiene a los que matan y a los que mueren. A los que lloran por un ser querido asesinado y los que buscan argumentos para seguir justificando el horror. No alcanzamos a verlos a 320 kilómetros de distancia, pero ahí están. Todos juntos, en ese espacio tan pequeño, peleando hasta el fin.
Foto de Alexander Gerst “Mi foto más triste”
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(FERNANDO RIVERA CALDERÓN / @monocordio)