El entripado de oro, en la chilanga cotidianeidad nuestra, lo aporta ese momento en que sientes el golpe seco. La llanta rebota –la del carro (bueno… todas)– y te brota un ¡carajo! desde lo más profundo de tu encabronamiento [bota-brota].
Lectora, lector queridos, acompáñenme en un simple ejercicio más: no importa si usted circula en carro propio o ajeno, en transporte público, en bicicleta o va a patín. Cuente cuántos baches hay en 50 mts, y se ganará el aplauso del respetable. Aplauso solidario, claro está, porque no hay de otra. Yo, mientras tanto, lancé un concurso para encontrar el bache más asesino. Ese que aparece en la curva, como ladronzuelo de baratijas, que se esconde en sombras traidoras y que le parte el queso a la llanta del ciudadano. Aquí se parten llantas, y usted calladito se ve más bonito.
Van deslizándose las respuestas: el cráter que está en la lateral de la autopista a Toluca, en Santa Fe (casi puedes tocar China, si te descuidas); el agujerón que está sobre Av. Revolución, antes de llegar a Loreto (trae varios votos); Puebla esquina con Insurgentes, en la Roma Norte (vociferan muchos que ni siquiera son hipsters); San Borja y Patricio Sanz, en la Del Valle, que ya le quitó la santidad al Borja; por ahí hay unos buenazos en la Colonia Álamos, me susurra un paseante; todas las calles de la Cuauhtémoc, en una reinvención del martirio histórico; y qué me dices de los alrededores del Azteca, pura profundidad americanista (okei, no); en Periférico Oriente en la Álvaro Obregón en Parque Lira por Puente de la Morena aaaaagggghhhhh ← se saturó el sistema, vuelva a intentarlo más tarde.
En fin, así la vida en esta agujereada ciudad nuestra. Reclamar es una utopía, reparación de daños una miseria. Tome la foto, vaya a la ventanilla, compruebe que usted no cavó el bache para comprarse neumáticos nuevos, torturillas de la burocracia pues. Sigamos mejor con el concurso. Usted responda: el bache de oro en esta chilanga capital es para
______________
#porsuatencióngracias
(Gabriela Warkentin / @warketin)