Mi vida con el Peje, por @monocordio

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La historia de López Obrador con el programa de radio El Weso ha sido muy intensa desde hace muchos años. Hemos discutido, nos hemos enojado, hemos levantado la voz, pero también nos hemos reído y se han dado buenos debates. Es un tipo de carne y hueso, no trae guión ni teleprompter incluido y parafraseando a Pedro Infante: él es quien es y no se parece a “naiden”.
Nunca olvidaré el día que se enojó mucho por una canción que le hice y me acusó de ser parte de la ultraderecha. Discutimos tanto que hasta me levanté del piano para responderle. En otra ocasión que le pregunté sobre Bejarano, dijo que esa pregunta no la iba a contestar y se cruzó de brazos mientras Marisol Gasé y Enrique Hernández Alcázar –mis compañeros de programa—le pedían que contestara y no se pusiera así.
Es un gran personaje. Imprescindible para entender la historia de este país las últimas dos décadas. Complejo pero simple, apasionado y contradictorio, necio y franco. Lo hemos entrevistado en diferentes momentos de su carrera política, algunas veces muy molesto o a veces muy feliz como la última vez que estuvo en el programa, el jueves 11, celebrando el exitoso debut de su Morena.
En El Weso tanto Marisol como Enrique y yo tenemos visiones diferentes sobre López Obrador, pero creo que hablo a nombre de todos cuando digo que nos cae bien porque a diferencia de Felipe Calderón, Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota y muchos otros politiquillos nice, El Peje siempre va y nos da la cara y se pelea y todo, pero ahí está. No le da miedo la gente, como a otros. Eso en estos días de políticos de diseño no deja de ser una virtud.
La cosa es que estábamos platicando y creo que Enrique le preguntó qué era la izquierda para él y López Obrador dijo una pachequez tipo “ser de izquierda es ser honesto y tener buenos sentimientos”. Enrique insistió en el punto pero El Peje seguía en que el asunto de asuntos es la corrupción. Entonces le dije que fuera más específico sobre su concepto de la izquierda, porque el asunto de la ley sobre el aborto y el matrimonio entre parejas del mismo sexo no venían precisamente de los buenos sentimientos, sino de una lucha de muchos años de la izquierda por el reconocimiento de sus derechos. Y El Peje dijo –palabras más o menos—que esos temas no eran tan importantes como el problema de la corrupción.
El efecto hacia afuera fue –como siempre que se trata de López Obrador—expansivo. No es que nos sorprenda cuáles son sus prioridades, porque siempre las ha dejado muy claras. Tampoco es que sorprenda que hay una legión de comunicadores y líderes de opinión que lo desprecian profundamente y que no dejarían pasar una declaración así, aunque en el fondo piensen lo mismo. Lo que sorprende es que le siga fallando ese “tacto” político para decir o no decir ciertas cosas.
Aquella tarde, mientras las redes sociales y otros medios se alistaban para su ejecución mediática, Jesús –el hijo pequeño de Andrés Manuel—me pidió que lo dejara tocar el piano y terminamos la entrevista con El Peje viendo a su retoño esbozando una melodía.
Andrés Manuel López Obrador. Tal vez en un futuro no muy lejano se le recuerde, no como el candidato perenne a la presidencia de la República, sino como el gran provocador de los “sentimientos de la nación” que lamentablemente no siempre son buenos sentimientos.

(FERNANDO RIVERA CALDERÓN)