“Mucha suerte mañana… la necesitarán”, por @felpas

Si eres hombre y tienes novia, en el día de San Valentín nunca estarás a la altura de su expectativa: si le llevas un globo, lo recibirá fríamente porque esperaba más bien unas flores; si entonces vas y le compras las flores que quería, te dirá ya para qué: ella te lo dijo y “no salió de ti”. Si le das el anillo de compromiso que te costó el sueldo completo de tres quincenas, te dirá que sí, y si te pones a verlo fríamente, en ese momento tu vida habrá cambiado sin remedio y no necesariamente para bien (antes de comprarlo, considera qué tan probable es que sigas pagando el anillo meses después de que ella haya cancelado el compromiso porque no estabas a la altura de su expectativa).

Si eres mujer y tienes novio, secretamente también temes a esta fecha porque sabes que acabará en pelea. Entre otras razones porque (años de experiencia en catorces de febrero arruinados te respaldan) lo que sea que el susodicho haga por ti ese día jamás estará a la altura de tu expectativa. No hay manera.

Si están casados y con hijos, asúmanlo ya de una vez y evítense frustraciones: no, este 14 tampoco tendrán sexo.

Si tienes preferencia homosexual, bisexual, transgénero, una mezcla de las anteriores, o si no importando tu orientación manejas lo que viene siendo una pareja y amantes simultáneamente, el asunto eleva su complejidad y sufrimientos a niveles exponenciales que no caben en esta breve columna.

Ante estos escenarios, no tener pareja resulta muy sensato; pero en la feliz soltería también temes al 14 de febrero. Pasar la fecha en compañía de tu monólogo interno y tus amigos imaginarios te resulta aberrante (pese a que con ellos te llevas bien los otros 364 días del año). Por otra parte, salir con un amigo o amiga ese día es casi una declaración de amor, no importa que ya haya quedado claro que primero se donarían un riñón a tener algo romántico entre ustedes: va a ser incómodo y acabará mal.

Tal vez la mejor idea sea invitar a alguien para solamente tener sexo, sin amor, ni compromiso, ni cursilerías, ni sentimentalismos, ni promesas. Pero por algún misterio que la ciencia aún no alcanza a explicar, justo ese día las agendas de tus amistades con derechos siempre se complican con eventos de dudosa existencia (que te llevan a concluir, mientras a solas miras la nueva temporada de House of Cards, que a diferencia tuya tus derechohabientes en realidad sí tienen una pareja estable pero no te lo han dicho).

Estas tragedias nos pasan por querer concentrar en un sólo día todo ese amor posesivo que no estamos dispuestos a dar o a recibir el resto del año, así que bien merecido lo tenemos. Por lo demás, feliz día de mañana, queridos lectores, y cuando el festejo se ponga espantoso piensen que al día siguiente será sábado y que entonces faltará todo un año para el siguiente 14 de febrero.

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(FELIPE SOTO VITERBO)