La mancha urbana de la zona de metropolitana chilanga tiene una fracción que, en un mapa 3D, debería aparecer con textura afelpada. El pueblo de Xonacatlán, en el Estado de México, se ha convertido en la capital de los muñecos de peluche. Si caminas por sus calles verás aparadores y puestos con figuras de todos los tamaños y colores, personajes famosos e invenciones locales, seres fantásticos y bichos inclasificables. Nada que ver con el significado en náhuatl del nombre, que es “lugar entre cebollas”.
Esta industria tiene apenas tres décadas en el municipio. La familia a cargo de la fábrica Andy Toys (Gustavo Baz 107) es la que asegura haber iniciado con la tradición en el pueblo, a iniciativa de la señora Noemí Bustamante. Con el paso del tiempo, su creatividad y buena mano se convirtieron no solamente en una gran empresa, sino que el giro se propagó por el pueblo hasta cubrirlo, literalmente, de peluche, relleno pachoncito e hilos de colores.
No es común que la gente venga a comprar de menudeo. Más bien, de aquí salen los cargamentos de abrazables muñecos que se distribuyen por todo el país, desde grandes almacenes hasta la tradicional farmacia independiente que, además de medicina alopática, vende remedios para el alma en forma de animalito de felpa. Pero como turismo de peluche, vale la pena ir aunque no tengas interés en comprar alguno de estos monos, nada más a mirar cómo se fabrican y las tremendas acumulaciones de cursis personajes que te miran, te sonríen y te dicen “¡QUIÉREME!”. Y si sí andas buscando un peluche para regalar (o regalarte), piensa que está chido adquirir producto nacional y apoyar negocios locales.
Si ya andas por allá, aparte de los peluches, también hacen unos ponchos de lana bien chidos. San Francisco Xonacatlán está camino a Toluca, nomás hay que desviarse en la Ruta de la Independencia Bicentenario y luego en la Carretera Toluca-Naucalpan. Google Maps lo tiene bien localizado.