Si Carlos Navarrete pensara como auténtico líder político con ganas de impedir el resquebrajamiento del PRD en las próximas elecciones, ya hubiera dejado el escritorio y estaría empolvandose los zapatos en Guerrero. ¿O acaso la desaparición de 43 normalistas no es tema de prioridad en su agenda? ¿Que no fue el alcalde de su partido el que mandó a atacar a los estudiantes en Iguala? ¿Que no quedó al desnudo la relación de correligionarios suyos con el crimen organizado?
Resulta degradante que cualquiera que venga a Guerrero acumule más información que con la que cuenta Navarrete en su carperta de apuntes; o que ex miembros del PRD o militantes activos de su propio partido digan en corto o abran la boca y pongan el dedo para señalar a otros perredistas que están en la cadena del crimen por arriba del alcalde Abarca, prófugo junto con su esposa tras haber ordenado el ataque contra los normalistas.
Los medios locales, por ejemplo, dieron a conocer una declaración que propicia escalofrío en esta geografía de Tierra Caliente, menos a los que ocupan la dirigencia del PRD allá en la ciudad de México. Beatriz Mojica, la secretaria de Desarrollo Social que se quedó en el camino de ser la sucesora al gobierno dijo que no llegó al cargo por culpa de sus correligionarios David Jiménez y Sebastián de la Rosa. “Es una lástima que surjan los interéses mezquinos de quienes sí están vínculados con Abarca y la delincuencia organizada”, dijo Mujica en referencia a esos dos. No es asunto menor. Tampoco la única que lo dice. La descomposición que vive el PRD en Guerrero la palpé aún más en estos días en que he hablado con ex aspirantes del partido a cargos de elección popular en diversos lugares de Guerrero, que contaron cómo fueron sacados del camino para ser revelados por gente de dudosa ascendencia a los que de la noche a la mañana el PRD les dio la candidatura y luego éstos echaron la casa por la ventana en campaña.
A los municipios de Guerrero los alcaldes llegaron así. Pero que el PRI no se sienta exonerado; en esa casa las cosas andan en las mismas, mientras el PAN acá no pinta nada.
Sin temor de equivocarme no conozco otro estado en el país en la que la tribu Nueva Izquierda de Los Chuchos de la que forma parte Navarrete, esté tan fragmentada como aquí. Hay cinco nuevas izquierdas: cinco. Y uno de los principales reyes precisamente es el diputado federal Sebastián de la Rosa, quien goza de la peor reputación interna, sin que hasta ahora se sepa si ha sido llamado a cuentas, mucho menos que Navarrete venga a obtener información en estos lugares de tragedia nacional. Sólo vino una tarde, después del ataque a los estudiantes y se marchó. ¿Qué espera Navarrete con hacer su parte? ¿Qué se repita la historia Bejarano? Ahora resulta que ese señor tenía razón cuando denunció que Abarca estaba ligado al crimen y ni Navarrete, aspirante ni su antecesor Zambrano hicieron algo.
Es aberrante que el partido de izquierda, que dejó más de 500 muertos en el camino de su creación justo en estos sangrientos territorios, tenga la desgracia de ser controlado en absoluto por líderes como Los Chuchos, que se aferraron al poder ahora con Navarrete, a quien le toca la peor presidencia de la historia de este partido. Hasta ahora sólo ha mostrado tibieza, impunidad y ser más de lo mismo. Ni porque el país está gritando que los políticos deben cambiar. No se olvida que en el consejo del sábado 18 de octubresu amplía mayoría protegió a Aguirre para que éste se agarrara duro a la silla del gobierno, pero que gracias a las movilizaciones y la presión social tuvo que largarse con sus chivas de Palacio de Gobierno.
Navarrete no ha mostrado arrestos y el partido se le puede ir de las manos. Navarrete debe con urgencia un informe especial a la sociedad y un diagnóstico de Guerrero y sus militantes perredistas.
(ALEJANDRO SÁNCHEZ / @alexsanchezmx)