Nunca me hice pasar por experto porque no lo soy. Mi punto de vista siempre ha sido el de un aficionado ordinario. Creo que solo una par de veces he pisado un palco de prensa (en Honduras y en Canadá) y no recuerdo haber estrechado la mano de algún directivo. No cuento con información privilegiada ni con datos extraordinarios sobre el futbol. Sólo me gusta. Como a todos. Sin embargo, durante más de diez años escribí una columna sobre nuestro futbol, publicada en un influyente diario deportivo, en la que, insisto, traté de darle voz a la tribuna, a los que vemos el deporte desde un sillón. Supongo que es a partir de esa columna que en estos días algunas personas me preguntan con insistencia mi opinión sobre la selección nacional y su reciente desempeño. ¿Estoy triste? No. ¿Enojado? No. Tampoco desilusionado o preocupado. Y no, no quiero insultar a ninguno de los futbolistas ¿Para qué? ¿Me dio pena ajena lo ocurrido en Costa Rica? Eso sí, mucha. ¿Quiero que México se quede fuera del mundial “para que aprendan una lección”, como muchos aseguran? No. Estoy seguro que de nada serviría. La posibilidad de vencer a Nueva Zelanda y llegar a Brasil haiga sido como haiga sido tampoco me emociona. Con la selección que hoy tenemos no hay cabida para la esperanza. No es la del 2006, ni siquiera la del 2010. Esta es una selección mediocre a la que equipos de medio pelo (siendo generoso con los vecinos) se le atragantan. Es decir, si vamos o no vamos al Mundial ya me da exactamente lo mismo. Sólo quiero que se acabe esta pesadilla. Sin embargo, hoy esta crisis de la Selección afecta a mi querido equipo, el América, donde todo iba viento en popa. Este es el mejor América que se ha visto en muchos años: ya consiguió un titulo y contra la tradición (que dicta que el campeón sufre un mal llamado campeonitis que comúnmente manifiesta en forma de una mediocridad alarmante) se está robando el torneo actual, sumando una escandalosa cantidad de punto y pasando por encima de sus mas odiados rivales, Pumas y Chivas, sin ningún esfuerzo. No es una locura asegurar que hay un bicampeonato en el horizonte. Es el América que siempre soñamos sus aficionados. Incluso capaz de ganarse la admiración a sus mas reacios detractores. “Este América no me cae tan mal”, he escuchado con frecuencia. Lástima que no le queda mucho tiempo de vida. Según adelantan prácticamente todos los medios especializados, los dueños del futbol (que son los dueños del América) han decidido que los responsables de la bonanza americanista (Miguel Herrera y Ricardo Peláez) pasen al TRI para resolver el desastre. ¿Podrán hacer alguna diferencia? Es difícil hacer pronósticos, pues a pesar de que se encuentran en un gran momento de su carrera, el seleccionado nacional es asunto diferente a un club. Tienen la capacidad, el talento, pero no hay certezas. Mientras tanto, si efectivamente es cierto, a mi ya me arruinaron el torneo, a menos de que llegue un reemplazo muy capaz a Coapa. Es decir: ni selección ni club.
(RULO / @ruleiro)