Primer disparo
En las últimas semanas me dediqué a anotar los comentarios y preguntas de amigos extranjeros sobre México. Me quedé pasmado al darme cuenta de que las respuestas que damos son igual de trágicas y absurdas que la realidad misma. Lo que más me aterrorizó fue la manera en que los mexicanos normalizamos la tragedia, el abuso y la ilegalidad de todos los días.
Segundo disparo
“¿Por qué Peña Nieto tiene una Casa Blanca? ¿Por qué nadie lo destituye como a cualquier otro funcionario que huela a corrupción? ¿Por qué aún no saben qué sucedió con los 43 de Ayotzinapa?”.
Tercer disparo
“¡Cómo es posible que el cuate que invitó a Trump y puso a México de tapete en esa visita, hoy sea su Canciller! A ustedes se les pasa el coraje bien rápido”.
Cuarto disparo
“Tengo la impresión de que a los mexicanos los asalta una euforia de protesta inmediatamente después de algún agravio o delito, pero pasan tres o cuatro semanas de memes, marchas y protestas y luego todo se les olvida”.
Quinto disparo
“¿Cómo es posible que la justicia sea tan lenta y ustedes estén tan tranquilos? ¿En serio no saben dónde está el gobernador (Javidú Duarte) que robó tanto en Veracruz? ¿En serio el gobierno de Peña no se dio cuenta del saqueo de él y los demás ladrones (otros gobernadores y alcaldes)?”.
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Sexto disparo
“¿Y todo el dinero de la bonanza petrolera de los años anteriores quién se lo quedó? ¿En qué se lo gastaron? ¿Nadie pide cuentas de eso?”.
Séptimo disparo
“¿Por qué gastan mucho en sus partidos políticos y poco en educación?”.
Octavo disparo
“¿Aquí no hay revocación de mandato? ¿Por qué permiten que los poderosos se equivoquen tanto? Se me hace que los mexicanos no se quieren a sí mismos, por eso hay tanto desorden y abuso”.
Último disparo
Ya no le sigo por falta de espacio, pero la pregunta que más me ardió fue “¿Por qué son tan conformistas en México?”.