La historia ha sido sobada durante toda esta semana: 4 Chan -sitio que pasó de lo grotesco a lo asqueroso- recibe un mensaje donde alguien ofrece pecosas fotografías a cambio de bitcoins -la moneda virtual que nadie rige-.
Las fotos salen a la luz y sorprenden a los incautos. Jennifer Lawrence es, ahora, alguien que juega sin mucha hambre y, tampoco, sin mucha ropa. Poses y caras sugestivas hacen ver a la talentosa actriz como suculento plato de adolescentes calientes y de la prensa del corazón.
La difusión incluso llega a los lugares insospechados. Desde sitios donde las fotos son utilizadas para fines masturbatorios hasta ese mar de conocimiento popular que es sopitas.com
Al final, la filtración ha servido para que todos, por un momento, reflexionemos en varios puntos del escándalo.
PRIVACIDAD- ¿Qué tan fácil es robarte tus datos? En discusiones publicadas en pastebin, se discute sobre cual fue el camino que siguió el hacker para adueñarse de las imágenes “impuras”. Algunos refieren que fue para demostrar lo fácil que podía caer la nube tan publicitada por Apple. La empresa de Cupertino lo niega. De hecho, lamenta el caso y sugiere que las robadas fueron lo suficientemente inocentes como para poner datos muy sencillos en sus preguntas de seguridad y, con ello, darle poder a cualquier niño de secundaria con mucho tiempo libre para acceder a su información.
MOTIVACIONES- no hay crimen sin móvil, dicen. Aquí las razones pueden ser múltiples, desde la posibilidad de poner en ridículo a Apple a una semana del lanzamiento de sus nuevos productos hasta una motivación económica. Hay quienes dicen que el hacker tuvo contacto con TMZ –la Biblia del escándalo- para venderlas en millones de dólares. Otros, suponen que es una prueba de cómo nadie esta libre de perder cualquier tipo de información, desde estrellas de Hollywood hasta gobiernos.
DESLINDE- Francisco Alanis abrió la parte más interesante de la discusión: como los medios tradicionales y la nueva media debe de actuar ante estas filtraciones. Sopitas encontró escarnio y ataque ante la reflexión que hizo sobre el porqué bajó las fotos de su sitio.
Acusaciones de doble moral e hipócrita cayeron sobre él. Curioso, muchos de sus acusadores no hicieron ese acto de conciencia -tampoco- cuando, en días anteriores, difundieron, analizaron y promovieron la escucha de grabaciones privadas de un comunicador.
Esa debiera ser la discusión: la reacción social ante material que nos da poder sobre un famoso, un periodista o un político. A veces por utilidad ciudadana y otras por puro morbo, somos entes que consumimos la mierda de otros.
Mierda que acabara por ahogarnos.
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(GONZALO OLIVEROS / @goliveros)