El pasado viernes, cuarenta y tres días después de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el procurador Jesús Murillo dio otra de sus conferencias de prensa llena de ambigüedades e invectivas. Para empezar, violó la ley al presentar los testimonios de dos supuestos integrantes de Guerreros Unidos, pero cuando le preguntaron más sobre estos tipos salió con que la investigación estaba en curso y que no podía revelar nada. Dijo que, según las investigaciones, a los normalistas los quemaron en un basurero y que luego sus cenizas fueron echadas en bolsas y tiradas a un río, pero después remarcó que para el gobierno federal seguirán como desaparecidos. Dijo que al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, se le arrestó por el delito de homicidio del perredista Arturo Hernández; es decir: no está preso por el asunto de Ayotzinapa, sino por un asesinato que cometió ¡hace año y medio! Dijo que Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, no habían declarado hasta ese día, y así quiso consolidar el misterio del paradero de los normalistas. Dijo que 74 personas están detenidas, pero con los testimonios de éstas no puede armar el rompecabezas. Dijo que él también estaba indignado, pero su facha del Chicago de los 30’s no me ha permitido creerle. Respondió las preguntas que quiso, ninguneó a todo aquel reportero que cuestionó lo él no quería responder, se molestó con sus colaboradores cuando en las pantallas no aparecían las fotos o los videos de los que él hablaba durante la conferencia, y terminó con una frase que debería perseguirlo toda su vida: Ya me cansé.
Yo también ya me cansé, señor Murillo.
Presentar una historia de espanto y luego decir que los normalistas siguen en calidad de desaparecidos, “para efectos de la investigación”, solo le permite al gobierno federal que estire los tiempos. Quieren apostarle al olvido. Quieren apostarle a la disipación de la rabia colectiva.
No dejemos que esto suceda.
No dejemos que la injusticia gane otra vez.
Una parte del mundo ha volteado a vernos, no dejemos que se vaya. Los necesitamos.
El sábado, en la marcha nocturna a favor de Ayotzinapa, un amigo me preguntó cuántas veces había caminado hacia el zócalo. No supe un dato exacto, pero mientras pueda caminar lo seguiré haciendo. El olvido también tiene memoria, escribió Benedetti.
Hagamos memoria y digámosle al señor Murillo que nosotros le pagamos su sueldo, que trabaja para nosotros. Por mí, puede darse como despedido.
Hagamos memoria y salgamos a las calles a ponerle un alto a esta barbarie.
(Alejandro Almazán / @alexxxalmazan)