Hace unos días me reuní con un funcionario que me describió al presidente Peña como un hombre disciplinado, metódico y estudioso, habituado a desvelarse para analizar los asuntos del país. Los dos y medio años de administración peñista han sido una sucesión de escándalos que han exigido al gobierno encontrar salidas urgentes, y cada que estalla un nuevo conflicto, llega otro y luego otro y luego otro, sin que poco o nada sea resuelto.
¿Qué está fallando en el gobierno peñista? ¿Los problemas son tan grandes que es imposible encontrar soluciones inmediatas? ¿O el país ha llegado a un punto en el que resolver un problema significa aceptar algo políticamente inaceptable?
El país está hundido en un túnel en el que los problemas incubados por décadas no se resolverán con golpes efectistas. El narcotráfico, el crimen organizado, la economía vacilante, la política corrupta y desprestigiada no se solucionarán de un día para otro y menos aún si el presidente y su gobierno no entienden cuál es la dimensión de esos problemas para comenzar a encontrar una manera de enfrentarlos.
Hace unas semanas The Economist publicó un editorial en el que llegó a una conclusión: El presidente no entiende que no entiende.
¿Qué significa que el presidente no entiende que no entiende?
Esencialmente que no tiene capacidad para discernir sobre la dimensión de un problema para saber cómo hacerle frente, y además no tener conciencia de que se ignora o se soslaya algo importante. ¿Qué ejemplos existen de lo anterior?
El más claro y dramático es el narcotráfico. Pese a ser metódico y estudioso, el presidente no entendió la gravedad del problema y a decir del jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, subestimarlo provocó que continuara y se recrudeciera.
Más inocuo pero igual de representativo es el vergonzoso episodio de David Korenfeld, titular de Conagua que utilizó un helicóptero para cosas personales. ¿Qué hizo el gobierno peñista? Intentar resolver el problema en los medios, presionando y llamando para que no se publicara, para que se minimizara, para que se olvidara en la Semana Santa.
El presidente y su gobierno no entendieron que la única solución era el cese inmediato de Korenfeld.
¿Qué siguió?
En el país donde Kafka moriría a golpes de realidad, lo inconcebible: la policía federal que está para proteger a la gente, mató a decenas de guardias rurales, incluidas familias completas que exigían que se les pagara por una tarea que el gobierno no pudo cumplir o renunció a hacer: enfrentar al narcotráfico en Michoacán.
¿El presidente sigue sin entender que no entiende que no entiende?
Pronto lo sabremos, si el comisionado nacional de Seguridad y el ex comisionado federal en Michoacán –recién designado titular de la Conade– no renuncian de inmediato a sus cargos. Ahora que si se tratara del milagro espontáneo de la comprensión, estaríamos viendo dimitir al secretario de Gobernación.
(WILBERT TORRE)