Estaban un día Frida Kalho, Agustín Lara y Tin Tán fumándose un churro en el cielo de los pachecos ilustres mientras miraban hacia abajo a los simples mortales debatirse en sus siempre absurdos dilemas.
De pronto algo llamó su atención, ¿acaso era la realización del Foro Internacional de Políticas de Drogas organizado por la Cámara de Diputados? Lamentablemente no era así, más bien Tin Tán encontró una nube con forma de rumbera y la mostró al resto; Frida no estuvo de acuerdo con la teoría de Tin Tán y sostuvo que la nube indudablemente se parecía a ella, mientras que el Flaco Agustín dijo que más bien la nube era como un pavorreal esponjado de luz en la tarde.
Lo de ellos se llama “pareidolia”, fenómeno sicológico que hace que uno le vea a las cosas forma de otras cosas. Algo muy de pachecos. Es como yo que a la Reforma Energética de Peña Nieto le veo forma de atraco a la nación. Pero dejemos un momento a nuestros amigos fumar su yerba y regresemos al Foro de Política de Drogas, organizado por el diputado Fernando Belauzarán, realizado la semana pasada en la Ciudad de México y donde varios especialistas, médicos, abogados y representantes de diferentes organizaciones pudieron exponer datos duros y puntos de vista, coincidiendo mayormente en que se debe despenalizar el consumo de mariguana y dejar de criminalizar al consumidor.
Fui invitado como ponente a este Foro que en principio se iba a realizar en el Salón Verde de la Cámara de Diputados, pero que al final aconteció en el salón de un Hotel de Reforma, ya que los legisladores estaban legalizándoles el petróleo y el billete a las trasnacionales extranjeras, más adictas que nadie.
Hablé a nombre de los pachecos ilustres para reivindicar nuestro derecho al placer, un concepto inexistente en nuestra legislación, y para exigir que cese el acoso, represión y criminalización de los consumidores, una política que algunos críticos consideran que en Estados Unidos, por ejemplo, ha llegado a convertirse en un nuevo “Apartheid”, ya que se aplica radicalmente más a latinos y afroamericanos. Y en México, a los jóvenes de bajos recursos.
Despenalizar las drogas no sólo como un asunto de seguridad nacional, sino como un reconocimiento de las libertades básicas de todo ser humano, de defensa de su soberanía interior, donde el Estado no tiene por qué interferir. Despenalizar para ya no llenar las cárceles de jóvenes que son detenidos fumando o portando mariguana, despenalizar para regular una práctica arraigada culturalmente cuya venta y tráfico ilegal han lastimado profundamente a este país con una guerra absurda cuyos muertos ya no somos capaces de contar.
Los argumentos están sobre la mesa, ahora es preciso legislar. Los pachecos -ilustres o no- fumando esperan…
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(‘Pachecos ilustres’, por @monocordio)