El 2 de diciembre de 2012 en el Castillo de Chapultepec se consumó el Pacto por México, apreciado por el gobierno como el acuerdo político más importante en décadas –”su alcance puede ser similar al célebre pacto de La Moncloa”–, dejaron por escrito los peñistas en la emoción del momento. Más de dos años después, una pregunta vital permanece sin ser respondida: ¿A cambio de qué los partidos opositores aceptaron suscribirlo para abrir la puerta a una serie de reformas?
¿Lo firmaron pensando en el supremo interés de la nación?
¿Privilegios? ¿Dinero? ¿Negocios? ¿Posiciones políticas?
Peor aún: ¿Impunidad?
La pregunta cobra vigencia a partir de la historia publicada por el periodista Alejandro Sánchez en El Financiero: Jesús Abarca, principal implicado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, presumía de haber pagado a Jesús Zambrano, entonces presidente del PRD, dos millones de pesos por la candidatura a la alcaldía de Iguala.
El secuestro de los normalistas a cargo de policías de la Alcaldía de Guerrero y semanas antes la ejecución en Tlatlaya de un grupo de personas a manos de oficiales del Ejército son la punta final de un iceberg terrible de algo que ya era patente pero que nadie quería aceptar: la disfuncionalidad del Estado mexicano y la descomposición de los partidos políticos en un fango de corrupción, impunidad y privilegios.
La historia de Sánchez abre la puerta a una serie de conjeturas válidas en el país donde conocer la verdad se ha convertido en un acto de fantasía: ¿Sólo el PRD ha puesto candidaturas a la venta? ¿PRI, PAN, PVEM y PT, entre otros, están a salvo de esas prácticas y podrían lanzar una piedra acusatoria sin mancharse los dedos?
La política mexicana vive como nunca un momento de decadencia feroz e inocultable. No todos los políticos son corruptos pero todos los partidos están podridos, sus estructuras y vida internas destruidas por la corrupción, los intereses de grupo, la política convertida en negocio, la ambición, la indecencia, la traición a todo lo que simboliza la representación popular.
¿Qué pactaron los líderes de los partidos a cambio de suscribir el Pacto por México?
No lo sé. Pero en estos años hemos sabido de moches a alcaldes, de corrupción en Oceanografía, de nexos de políticos con el narcotráfico, de la esposa de un presidente que compra una casa de 7 millones de dólares a un contratista y hoy de un alcalde ligado al crimen organizado que compró una candidatura a un partido, y no ha pasado nada quizá porque los partidos y el sistema político no han querido hacer nada.
¿Qué negociaron a cambio?
El Pacto por México es el pacto de impunidad que no llegará a ser La Moncloa. Es la cloaca mexicana.
( Wilbert Torre)