Escribí mi primera columna en 1997. Desde entonces pergeñé algo así como un millar. He abordado asuntos espinosos en no pocas ocasiones: la guerra de Irak del imbécil de Bush y la de las drogas del no más espabilado de Calderón. También mundiales de futbol, elecciones, reformas políticas. Pues bien: los dos casos en que mis textos han levantado más pasiones y provocado que se alcen huestes de airados detractores no tienen nada que ver con estos ejemplos trascendentes. Se trata de temas que a primera vista no deberían provocar tantos incendios: Star Wars y Uber.
Lo de Uber es aún más misterioso. Se me ha ocurrido comentar en redes sociales que me asombra que exista tanta preocupación por el futuro de una empresa privada de transporte de lujo, cuando la movi- lidad de las principales ciudades del país está colapsada y la moderni- zación del transporte público es un tema ausente en el medio político (el funcionario municipal promedio aspira a que se le recuerde como un constructor de pasos a desnivel). La reacción ha sido la equivalente a la que se produce cuando uno le pega un balonazo a un panal. No se me acusa todavía de cosificar a Uber, pero sí de “populachero”, “demagogo” y hasta de vendido a los taxistas. Pues bien, resulta que Uber no colma mis ideas sobre el transporte perfecto, porque no creo que un nuevo ejército de vehículos en las calles, por más cómodos y con Spotify que sean, resuelva nada: si seguimos inundándonos de automotores y sosteniendo nuestros índices de contaminación actuales, comenzaremos a mutar y nos saldrán rueditas.
Pero al margen de mi opinión, lo que importa resaltar acá es que decenas, por no decir cientos de personas, han intentado evangelizarme sobre las ventajas de Uber. El colmo fue una señora que, perdonavidas, me soltó: “Lo que no entiendes es que Uber es la mejor forma de transporte porque solamente necesitas una tarjeta de crédito, un smartphone y un poco de buen gusto para subirte a uno”. Y alcanzó a escribir la palabra “naco” justo antes de que la bloqueara.
Tanta pasión ya ni los Testigos de Jehová.