Recuerdo que cuando era niño leía siempre el periódico que llevaba mi padre. Un día, además de leer el periódico de siempre, llegó a mis manos otro diario de la ciudad. Mi sorpresa fue muy grande al darme cuenta de que las mismas noticias que había leído en el periódico de siempre, estaban también en el otro periódico. Para mi lógica infantil, si leía un periódico distinto éste debía tener noticias distintas a las de los demás, si no, ¿para que lo leía? Aunque sé que es un planteamiento quizá demasiado ingenuo, me lo sigo haciendo hoy en día. Me sigue asombrando que hoy en día siga esa uniformidad. Eso habla de que los sistemas de comunicación social hacen muy bien su trabajo y logran que se cuente un mismo discurso a través de varios periódicos. Es cierto que de vez en cuando hay periódicos que sacan historias propias, pero esto se ha vuelto algo excepcional y no la regla. Me parece que en el contexto de la llamada guerra del narco, esta paradoja se ha vivido de forma más dramática porque estaban muriendo miles de personas bajo una falsa premisa: la de que todos eran narcos o en algo andaban. Es importante liberarnos de esa narrativa producida desde los aparatos de comunicación social. Hoy más que nunca debemos buscar a la gente que no tiene vocero ni aparato de comunicación social y tratar de incluirla en nuestras historias, trabajo, referencias. Para eso es que también tenemos que hacer alianzas concretas. Lo he hecho desde hace tiempo, pero ahora estoy más convencido de que como periodista debo aliarme con el movimiento social y político y las ONGs para tratar de revertir esta negativa difamante que se vive en el país. Lo otro, la versión oficial, está sobrecontada todos los días.
V
Escribí un libro titulado Contra Estados Unidos. Puse ese título porque la Caravana por la Paz que relato fue un acto radical de un grupo de mexicanos agraviados por la política antidrogas estadounidense y por ciertos factores de la cultura americana. Pensé que tenía que ser muy literal con el título, por si al lector le quedaban dudas. No será la primera vez que se me acusa de querer reducir todos nuestros problemas a la culpabilidad de Estados Unidos y me parece que hay que arriesgarse a los malentendidos. No pienso que Estados Unidos sea el responsable de todo nuestro desastre, pero sí hay que poner también la mirada hacia allá. A lo largo de las historias del libro, y en cualquier otro foro se puede decir que hay una responsabilidad de Estados Unidos porque ellos diseñaron la política antidrogas que nosotros operamos en México desde los años setenta.
(DIEGO ENRIQUE OSORNO / www.diegoeosorno.com)