Necios que quieren su pensión de expresidentes. Necios que no quieren pagársela.
¿Qué harías si te encuentras a un expresidente mexicano en la calle, en el avión, en un restaurante o en el súper? Depende del presidente, claro. Imagina a Luis Echeverría, ¿lo ayudarías a subir a su auto? A Carlos Salinas de Gortari, ¿le saludarías con admiración y agradecimiento? A Ernesto Zedillo, ¿le aplaudirías al verlo en el aeropuerto? ¿A Vicente Fox y a Calderón? A Fox es al que le ha ido más gacho. Tanto en EUA como en México le han mentado la madre y más recientemente le dijeron maldito en un avión por cobrar su pensión como expresidente.
Y es que parece que hay dos asuntos que calientan y mueven las pasiones de los electores en esta campaña: el nuevo aeropuerto y las pensiones a los expresidentes y sus viudas.
Me concentro en la segunda: las pensiones. En términos generales, nadie reacciona contento al saber cuánto gana un expresidente. A nadie le da gusto saber que, al año, gastamos casi 232 millones de pesos en ellos: 44 mdp en Echeverría, 42 mdp en Salinas, 37 mdp en Zedillo, 48 mdp en Fox y 54 mdp en Calderón, según el INAI. “Es una pensión para no robar”, dice Fox. ¡Ah, caray!, antes robaban, ¿o qué?
Los gastos incluyen un sueldo, que Calderón dona parcialmente y que otros llevaron a lo mínimo, como en el caso de Salinas y Zedillo. El gasto se dispara cuando se calcula el servicio a los expresidentes de personal civil y militar, que es el grueso del total pagado en ellos.
Encabrona saber cuánto dinero gastamos en los expresidentes de México. Encabrona sobre todo en tiempos electorales porque en buena medida los mexicanos votamos con emoción más que con razón. Astutamente, han sembrado la discusión: ¿estás de acuerdo con pagarle una “pensión millonaria” a los expresidentes? ¡Por supuesto que no! En un país de pobres, la respuesta es obvia: “No”. ¿Cómo mantener a los canijos que vivieron como reyes y que saquearon, según el caso, sin que nadie les hiciera ni siquiera una señita para que se detuvieran? ¿Y encima los mantenemos a ellos y a sus viudas?
El enojo es el que responde, porque la investidura presidencial se ha desprestigiado. Tal vez por eso, cuando vieron a Fox el fin de semana pasado en el avión, una mujer lo grabó y le dijo: “Yo no te voy a pagar la pensión”. Fox se enojó, se hizo de palabras y (aunque no lo crean) le sacó la lengua a la señora haciendo burla de lo que le reclamaba.
¿Cómo defender a Fox? El expresidente que le dice Lopitos a alguien que se apellida López, como millones de mexicanos y chilangos. A Andrés Manuel le salió bien eso de poner a discusión la pensión de los expresidentes, porque sabe que hace enojar a los mexicanos que se gastan su quincena cuando alguien en casa se enferma, o que se quedan sin dinero cuando quieren salir de vacaciones o, en el peor de los casos, son víctimas de la delincuencia. “Y estos mantenidos cobrando una pensión millonaria”, dice otro señor molesto en un video que circula en redes.
Si las administraciones pasadas fueron buenas, ¿por qué no hoy los mexicanos unánimemente decimos “páguenle más a esos expresidentes que mejoraron la situación del país”? ¡Pues porque nada mejoró a su paso! La historia los tiene como expresidentes mediocres, con altas y bajas en su sexenio, pero que en general no despiertan cariño, respeto ni admiración. Claro, un servicio público de tal altura merece, de menos, una pensión así o mayor. ¿Pero en serio la merecen?
Es suficiente con responder qué harías si te encuentras a un expresidente en la calle, para conocer lo que despiertan en un México que los aguantó y que los sigue manteniendo.