Nos guste o no, las campañas presidenciales ya están aquí. Lo vemos por el calor de las entrevistas, las acusaciones cruzadas, los golpes de encuestas, las descalificaciones, los perdones anticipados y la ambigüedad de las declaraciones sobre las alianzas. Vemos que cada fuerza política paga espectaculares, videos, portadas, campañas de sus gobiernos, publicitan sus libros… vaya, impulsan su imagen por cielo, mar y tierra.
Sin embargo, estas viejas formas de hacer campaña, ¿qué nos dejan? Creo que, como país, estamos en un momento de quiebre en donde aspiramos a nuevas maneras de asimilar la política. La viejas prácticas tienen resultados clarísimos: desencanto en la participación, el desprestigio de los partidos, un amplio abstencionismo y la falta de un debate de ideas hondo en la política.
Frente a ello, creo que toca que las y los presidenciables y sus equipos repiensen sus campañas radicalmente. No sólo me refiero a los discursos, sino a prácticas y fondos que puedan apuntalar a su candidatura, pero sobre todo, a la democracia del país. Aquí una breve lista de lo que podrían ser algunas acciones innovadoras frente a 2018:
- Objetivos, antes que egos. Seguramente el círculo más cercano a ti te ha dicho que deberías postularte a la presidencia, que tus atributos son inigualables, que México te espera para ser salvado, que tus positivos, que tus redes, que las estructuras todo lo pueden. Sin embargo, todo esto es, por lo menos, impreciso, parcial y cuestionable. Encima, ninguno de dichos atributos o percepciones son realmente importantes para iniciar una campaña presidencial. Por eso, antes de lanzarte a esta aventura, pregúntate lo siguiente: ¿cuáles son las ideas, los mecanismos, los procesos y los resultados que sólo tu candidatura podría impulsar desde el puesto del ejecutivo? ¿Es suficiente? ¿Vale la pena para este país? Aquí quizás se detengan muchas aspiraciones.
- Persona de palabra. Seguramente, al momento de planear esta candidatura ya has pasado por algún espacio de toma de decisiones. Ya sea como servidor público, en la academia o en el sector privado, tu trayectoria debe hablar por ti. Es rarísimo que encontremos candidaturas que su mayor atributo sea su chamba. Por eso, sería una estrategia inigualable demostrar que el lugar por el que has pasado siempre se ha visto envuelto en tu responsabilidad y compromiso.
- Propuestas serias, presidenciable en serio. Y hablando de las propuestas ¿qué tal si acabas con las firmas de lonas con marcadores indelebles? ¿Qué pasaría si dejamos descansado un rato a los notarios públicos que dan fe de los compromisos? Yo creo que ya fue suficiente de presentar propuestas basadas en los actos multitudinarios, de pompa y partido y que nos adentremos a procesos de democracias consolidadas. Construye propuestas viables, que respeten los Derechos Humanos y cuéntanos cómo lo harás posible. Ojo, esto significa hablar de presupuestos, tiempos, gabinete, capacidades y compromisos. Sí, es mucha responsabilidad, pero también sería algo inédito.
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- Candidatura de a pie. Date días de trabajo alejándote de las comitivas, guardaespaldas, cenas oficiales o encuentros con más clase política y súbete a un camión, come en una fonda, escucha de manera anónima de qué se queja la gente en una clínica, tianguis o mientras espera el transporte ¿Quieres representar? Quizás vale la pena partir de una multiplicidad de diagnósticos técnicos, sumados a experiencias callejeras que llevan al conocimiento a quien se ensucia los zapatos y abre los oídos.
- Verdadera distancia. ¿Quieres diferenciarte de otras candidaturas? Hay quien te dirá que lo mejor que puedes hacer es tu peinado, accesorios, atacar de manera más fuerte al rival o hacer más visible tu acento. Sin embargo, ¿crees que eso realmente genere una diferencia sustantiva con tus rivales? Yo creo que no es suficiente. Para poder marcar un antes y un después con tu candidatura, transparenta cuánto dinero llevas invertido en la campaña, tus topes por donaciones, la lista de tus donantes, permítenos conocer a tu equipo más cercano y la experiencia que ha tenido. En suma, construye una candidatura inédita por la honestidad con la que llevas el proceso electoral.
A estos puntos seguro le harán falta muchas acciones, críticas y preguntas que agregar. Sin embargo, espero que sirvan para hacer visible el innegable agotamiento de las viejas formas electorales. Pero también, y quizás más importante, quisiera que quedara claro que ganar electoralmente puede llegar a significar asociar la creatividad, la honestidad y la inteligencia a nuestro sistema político. Eso sí sería un cambio.