El miércoles por la madrugada recibimos la noticia de las aprobaciones del Senado a las reformas del Sistema Nacional Anticorrupción; sin embargo, aún hay dudas al respecto. ¿Qué se aprobó y qué se rechazó? ¿Qué pasó con la #Ley3de3? Y quizás la pregunta más importante: ¿Valió la pena juntar las más de 634,000 firmas para la iniciativa ciudadana? Los cuestionamientos serán atendidos a lo largo del texto, sólo quisiera adelantar una respuesta: todo este camino ha valido la pena y nos hemos llevado grandes victorias.
Empecemos por aclarar el proceso que lo originó. El problema de corrupción en nuestro país es grave, muy grave. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) registra que somos el país más corrupto entre sus integrantes. Transparencia Internacional nos coloca en el puesto 95, de 168, países del índice de percepción de corrupción de todo el mundo. Sumado a estos datos, los escándalos relacionados con corrupción involucran desde al presidente del país hasta funcionarios municipales.
Para hacer frente a esta situación, desde 2012, los partidos han propuesto diferentes mecanismos anticorrupción, los cuales han resultado insuficientes para la magnitud del problema. Afortunadamente, después de un esfuerzo profesional y la presión sostenida por parte de la sociedad civil, en mayo de 2015 se creó el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) en la Constitución y se inició el proceso para generar y aprobar las más de 20 leyes secundarias que se requieren para que el sistema funcione (la historia del esfuerzo se puede consultar aquí).
Entonces, ¿por qué hasta ahora existe este gran revuelo? Precisamente porque en estos días se están discutiendo y votando las primeras siete de las más de 20 leyes secundarias del SNA. Una de estas siete leyes es la Ley General de Responsabilidades Administrativas, mejor conocida como la iniciativa ciudadana #Ley3de3.
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La madrugada del miércoles se votaron y aprobaron, en lo general, las cinco leyes que estaban en el Senado, pero se pidieron cambios en el entramado legal que se refería a la declaración 3 de 3, la patrimonial, la fiscal y la de intereses. ¿Esto significa que los senadores votaron contra la iniciativa ciudadana? No. ¿Entonces qué se aprobó? Imaginemos que el Sistema Nacional Anticorrupción es una casa. Podríamos decir que lo votado permitió que la casa esté construida y que se siguió parcialmente el plano que los ciudadanos les entregamos con la #Ley3de3. Por ejemplo, se reconocieron 10 tipos de corrupción de los servidores públicos, se ofrece protección a quienes delaten actos corruptos y, en lugar de un órgano interno, se lleva a un tribunal especializado a aquellos servidores públicos que sean tranzas.
Entonces, si se cumplió con lo general ¿por qué han existido mensajes contra los votos de las y los senadores? Porque si bien es cierto que entregaron parcialmente la casa que mandamos a hacer, también es cierto que uno de los aspectos más simbólicos de la misma no fue construido y que los motivos para omitirla es un catálogo de francos pretextos. Porque recurren a prácticas legislativas indeseables, como desaparecer en las votaciones o no explicar el sentido de su voto a sus representados. Porque al momento de ir contra los viejos vicios de la política, ellos deciden que lo mejor es mantenerse al margen.
Estas omisiones han tenido mucha atención por parte de la opinión pública, sin embargo creo importante remarcar que hemos ganado una importantísima batalla a favor de una nueva administración pública sin corrupción, la cual fue suscrita por personas en todo el país con más de 634 mil firmas.
Sí, también es cierto, la mayoría en el Senado decidió ser omiso y no determinar el formato propuesto por la sociedad civil para hacer el 3 de 3, sin embargo aún tenemos tiempo y energías para convencer al Comité que lo determinará. El round 2 ya viene y necesitamos, más que nunca, continuar con esperanza y seguir con lupa las batallas venideras de la #Ley3de3.