En los últimos meses hemos visto con mucha claridad los estragos económicos en los que vive nuestro país. De hecho, la clase política apuesta sus baterías discursivas a decirnos que ellos podrán generar nuevos empleos y acabar con la crisis, mientras celebran que atraen industrias y cortan el listón de nuevos parques industriales. Tristemente, la realidad es que esto no alcanza, el modelo cada vez se fractura más y, conforme avancen los años, menos y menos empleos podrán ser creados.
Una realidad global nos llama, un cambio de paradigma se cocina. Cada vez se habla con más fuerza por todo el mundo sobre la desaparición del trabajo como lo conocemos y de la automatización de todo tipo de labores.
Como esos rumores que se extienden, esos que pasan de ser consideradas teorías descabelladas a posicionamientos sensatos y realistas, hemos sido testigos de cómo más y más voces se suman a la necesidad de tener soluciones viables para el escenario en el que los robots harán el trabajo que hoy hacemos las personas. En las cenas elegantes del Foro Económico Mundial en Davos fue tema; en las ponencias sobre economía, futuro y tecnología en el MIT en Boston es tema; en las sedes de sindicatos combativos en Buenos Aires es tema. Nadie se salva, la inteligencia artificial puede zurcir pantalones, sembrar fresas, leer textos jurídicos y dar opiniones, y hasta producir ciertas piezas de los autos.
Esta realidad parece salir de una película de ciencia ficción, pero no debe asustarnos, nos debe llamar a actuar. Hay soluciones y las debemos exigir a la clase política, u ocupar su lugar y hacernos cargo.
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Bill Gates ha propuesto establecer impuestos a los robots. También países como Canadá y Holanda están experimentando en poblaciones pequeñas el brindar a sus habitantes un ingreso simplemente por existir (la llamada Renta Básica Universal). Hay quienes abogan por reestructurar los esquemas de seguridad social y, finalmente, impulsar un cambio de modelo cultural que impulse la cooperación sobre la competencia.
Sin duda, existen muchas propuestas en el terreno internacional, lo importante será atraer y construir para México aquellas que puedan ser factibles y justas para nuestros trabajadores.
De aquí a que llegue el 2018 parece que inevitablemente el país concentrará la atención en la carrera presidencial. Los estragos de los gobiernos estatales, la inseguridad, la falta de proyecto para el país y, claro, el fin del trabajo como lo conocemos pueden quedar en segundo plano. Por eso, como sociedad, debemos concentrar nuestros esfuerzos para darle difusión a aquellos tópicos relevantes que se quedan descubiertos del foco.
Posdata: Hoy termina mi paso como columnista por Máspormás. Siempre estaré agradecido por la oportunidad que significó publicar en este gran medio. Gracias de corazón, Ilse, Lisa y Gustavo. Gracias a Ana por todo el apoyo. Gracias amigas y amigos que nutrieron este espacio. Gracias a ti que me leíste, nos veremos pronto.